Revisando viejos textos, encontré uno con más de 10 años de antigüedad, que ciertamente está más vigente que nunca. Díganme si no.
Los norteamericanos suelen usar una apropiadísima expresión de extrañeza cuando se topan con alguna actitud descomedida: "What kind of people do that" (qué clase de gente hace eso). La exclamación discrimina, pero se supone que en el buen sentido, porque coloca a los indeseables del otro lado de la línea que la gente honesta, educada o razonable no se anima a cruzar. Con toda seguridad en la Argentina no es una frase que se escuche, porque aquí, al final de cuentas, vale todo y es así desde que por primera vez Discépolo identificó el problema hace medio siglo.
Con un mínimo de atención es posible descubrir las señales del ma siií. Pero a veces la realidad irrumpe de una manera desaforada en nuestro pequeño mundo y nos permite tomar nota de lo enferma que está la sociedad y nos lleva a reflexionar sobre la inmensa tarea que significaría tornarla tolerable.
Cualquier individuo atento habrá asistido a hechos como los que se relatarán ahora. Y entonces no tienen nada de particular. Lo curioso o llamativo es que no son aislados y sucedieron en tan sólo diez minutos, o lo que es parecido, el tiempo que insume engullir un sandwich y beber una gaseosa al paso y de parado.
El 17 de agosto a alrededor de las 17 horas, el encargado del minishop de la Esso de Jujuy y Alsina -junto a su ayudante- debieron enfrentar situaciones cargadas de cierta tensión por la actitud displicente de algunos de los ocasionales clientes:
1)-"Señor no puede leer los diarios, están a la venta" (el señor había retirado un ejemplar del exhibidor donde están diarios y revistas y lo ojeaba tranquilamente mientras se despachaba un café)
-Ohh perdón creí que era el revistero (Vaamoos)
2)-"Señor no puede leer los diarios, están a la venta" (el señor -otro señor-tomaba todas y cada una de las publicaciones del exhibidor, ojeaba las tapas y las volvía a poner de cualquier manera)
-Ohh perdón creí que era el revistero (La misma excusa...Vaamoos)
3)-De quién es ese Peugeot (el encargado recorriendo el local preguntaba a
voz en cuello para hallar al propietario)
-Mío, qué pasa (respondía un señor morrudo, con cara de pocos amigos, labio caído en facies despectiva, mientras tomaba un café distraídamente)
-Señor, si ya cargó combustible, por favor abone y retire el auto, hace diez minutos que me está anulando un surtidor y hay autos que quieren entrar.
-Si siempre lo dejo ahí.
-Señor, me está obstruyendo un surtidor...
(Mientras el sujeto seguía con su café, sin inmutarse, el encargado lo
vigilaba con el rabillo del ojo)
-Enseguida vuelvo (el sujeto al encargado, mientras salía en busca de su auto)
(El encargado, previendo un escape en ciernes sale disparado desde detrás del mostrador y le interrumpe el paso al auto, señalándole un lugar en la playa dispuesto para el estacionamiento de los clientes. El señor intenta una maniobra evasiva -que demostraba su intención-, pero el encargado lo acorrala y lo obliga a detener el auto. El sujeto, de mala gana se aviene finalmente a pagar al percibir la decisión del empleado de la estación de servicio).
4) -Cobrame diez pesos (un joven se dirige al mostrador y pretende pagar el
combustible que acaba de cargar).
-Qué numero de surtidor? No sé es esa camioneta roja.
-Son doce pesos, dice el empleado.
Por la frecuencia de sus lunch en la Esso, quien escribe tiene cierta confianza con el empleado, y en el momento se sintió obligado a ofrecer un gesto de solidaridad.
-Este trabajo te va a enfermar, ¿siempre es así?
-Todos los días. Hoy a la mañana se escaparon dos sin pagar. No se puede creer lo que es la gente (El gesto revelaba que debía hacer frente a la pérdida, porque está a cargo de la caja y la facturación es automática) .
Con la resignación que luego amenaza con desembocar en un día de furia, el empleado siempre amable, con cara de buena persona, no tenía aún suficiente. Un compañero apareció de la nada para cargarlo, en un gesto bien argentino:
- "Así que hoy te cagaron a trompadas"
-Dos muchachos que vienen a comer acá. Me pegaron y me robaron veinte pesos (sorprendido por la interrupción se vio en la necesidad de explicar, dirigiéndose a mí)
En este punto se torna necesario aclarar que el aludido minishop paulatinamente ha ido bloqueando el autoservicio de los productos que vende, evidentemente hartos sus dueños de vigilar a la gente que se aprovechaba de alguna distracción para consumir sin pagar.
El memorioso periodista Jorge Oviedo recuerda palabra por palabra el texto completo de un monólogo en el que Tato Bores decía: "debe ser difícil gobernar un país en el que cuando la luz del semáforo se pone amarilla, en lugar de aminorar la velocidad los conductores aceleran".