Nunca estuve de acuerdo con convertir al fútbol en una cuestión de orgullo nacional. Pero hoy, en caliente, voy a hacer una excepción, después de ver las publicaciones peruanas sobre el partido que Argentina jugará con Perú, que poco menos que entienden como una gesta patriótica la eliminación de la selección nacional.
Y repasando la pobre performance del combinado que ahora conduce Maradona en la clasificación para el Mundial de Sudáfrica, he visto cómo aflora la alegría de los ciudadanos de los países latinoamericanos ante la lamentable adversidad de los argentinos. Que no solamente se expresa dramáticamente en los lugares de origen, sino en sus numerosas comunidades instaladas aquí.
Esto trasciende al fútbol. Expresa un desprecio visceral del que somos objeto, quizás de manera justificada por aquello de la señalada soberbia que los connacionales han ido expandiendo en sus incursiones latinoamericanas.
Sin embargo, y a pesar de la anécdota, la Argentina ha ido cobijando y lo hace aún, a multitudes de desplazados de esas sociedades que –sin restricciones- en la mayoría de los casos han venido a engrosar las legiones de desposeídos vernáculos.
Uno podría aspirar al menos a un poco de gratitud. Me consta, lo sé, que aquí en el Sur, no pocos chilenos no nacionalizados (como la mayoría de los miles que vive aquí) perciben ayudas estatales. Y quienes hayan transitado las universidades nacionales habrán podido ver cómo ciudadanos de todos esos países estudian gratis sin limitaciones para, luego de graduados, marchar formados intelectualmente a ejercer en sus lugares de origen. Los extranjeros cercanos han engrosado los niveles de pobreza en la Argentina y las situaciones de carencia en esas naciones latinoamericanas serían tal vez mucho más críticas de no existir esa generosidad argentina sin fronteras.
No se me escapa que acaso haya profundas raíces que explican –además de la soberbia anecdótica de unos pocos- el maltrato que nos dispensan. La historiografía local ha colocado a la Argentina mirando hacia Europa probablemente por más de un siglo, pero eso ya no es así desde hace mucho tiempo. En rigor, la Argentina ha venido proclamando con hechos la así llamada unidad latinoamericana, que los otros no honran.
No puedo olvidar una muestra muy contundente. El “loco” Bielsa está a punto de conducir a la selección chilena a competir en el Mundial de fútbol. Y por esa razón y los numerosos años de ausencia de la competencia grande del fútbol, los trasandinos lo han elevado prácticamente a la categoría de santidad. Y en una de esas expresiones he escuchado: “a pesar de que es argentino”.
Nadie ha leído las palabras de esta nota hasta ahora, pero me parece escuchar ya los elementales clamores por discriminación. Sin embargo me justifican las desagradables voces que provienen de más allá de las fronteras. No soy fan del Diego, pero merecen un escarmiento.
10-10-09 Día del partido Argentina-Perú por la clasificación a Sudáfrica.