Acabo de reparar en una idea que llegó al dedillo para redondearme una explicación de los comentarios que los lectores formulan por Internet. Digo: los comentarios que se cuelgan en las notas periodísticas, a menudo inconsistentes, agresivos, insultantes. En todo caso descartables en su gran mayoría.
La idea es que las anotaciones al pie que se formulan en tales términos, provienen de individuos literales, que son aquellos que en el decurso de un texto no pueden trascender un primer nivel de comprensión, que es el del significado de las palabras o las frases. O sea no alcanzan a los subtextos.
En la actitud de escribir se postulan ideas o razonamientos a menudo para probar alguna hipótesis. Los buenos lectores superan el primer nivel y se quedan con la totalidad del significado textual. Los “literales”, por el contrario, se aferran a expresiones parciales del texto y reaccionan en consecuencia de acuerdo a cada humor particular. Esto último es enteramente otra cuestión destinada a la psiquiatría.
La democratización que proviene de la Internet pop, que da acceso a que cualquiera proporcione acotaciones a un texto publicado, es visto como un notable avance en términos de comunicación. Pero si se rasca un poco esta corteza del eslogan, acaso pueda descubrirse que en realidad es un aporte muy pobre, acaso paupérrimo, para el entendimiento general de cualquier cuestión.
Vamos a quitar aquí necesariamente toda la pléyade de comentarios que parecen surgidos de ejércitos de oficinistas dedicados a denostar a periodistas o escribas más o menos regulares. En suma, de la mala intención. Hay que ajustarse a los cibernautas espontáneos. Y entre éstos el denominador común que pareciera abrirse paso es una suerte de insuficiencia de la comprensión, matizada a menudo con una exposición oscura, de gramática deficiente, que revela también algún infortunio del proceso de pensamiento.
Se me acusaría aquí de una postura elitista. No es cuestión –respondería- de impedirle a nadie que comente lo que se le antoje, en tanto esté abierta esa posibilidad. Sólo se trata de entender el comportamiento del público. Ni siquiera está la pretensión de encontrarnos frente a una verdad absoluta. Tomo nota en este instante, de que esa posible objeción podría ser el comentario de un individuo literal, lo que ilustra acaso mejor lo que intento trasmitir.
A lo largo de estos años he visto cómo impecables periodistas o escritores, que ganaron un espacio por la calidad de su profesionalidad, son objeto de críticas tan despiadadas como infundadas. Una especie de lapidación verbal sólo posible en el relativo anonimato de la Internet. Y debo admitir que no me parece justo ni apropiado que eso suceda. A otros creo que les parece lo mismo. Porque tengo la firme sensación de que en algunos medios se están limitando los espacios para dejar estos “aportes” de los lectores.
Por cierto que no es una posibilidad abierta en este blog. Antes lo era, pero asistí a notables muestras de la estupidez humana. Si alguien cree que no es así, remito a las condiciones protectivas que exponen los medios en los espacios en los que reciben comentarios de lectores.
19-3-2011