Hace unos pocos días, una abogada y periodista de aparente sólida formación intelectual – a la sazón profesora de la Escuela de Periodismo de Bariloche que en estos tiempos dirijo-, me dijo en una reunión con otras personas, con un tono entre halagador y crítico...”lástima que seas liberal”. Vale decir que se trata de una activa militante por los derechos humanos en la regla de los ´70 y defensora acérrima de los derechos mapuches, que no pocos ponen ya en tela de juicio.
Como sea, sus posturas son claramente identificables en el “progresismo” de moda y por ese flanco (débil por cierto) recibió mi respuesta a su comentario.
Este hecho si se quiere nimio, pone sin embargo de manifiesto, el prejuicio que anida en gente bien educada y bienintencionada –como es este caso en particular-, sobre el carácter del liberalismo. La historia argentina tiene exceso de ejemplos que muestran las deformaciones a que ha sido sometida la concepción liberal y seguramente desde ese lugar provienen las prevenciones y denuestos vulgares.
En este orden de ideas, acabo de finalizar la lectura del último libro de Marcos Aguinis: ¿Qué hacer?, sobre el cual me permito un breve comentario más abajo.
Recomiendo a quienes tienen honestidad intelectual abordar la lectura de esta obra, amena, con cierto tono periodístico, que perfila desde el comienzo el verdadero carácter del pensamiento liberal.
¿Qué hacer?
Bases para el renacimiento argentino
Marcos Aguinis.
Planeta-2005
1ª edición: abril de 2005
Marcos Aguinis logró, en este ensayo, una síntesis muy interesante para el lector promedio, de los grandes males que han sumergido a la Argentina en la postración y la ausencia de un destino de grandeza. Expresa su visión liberal y dedica suficiente espacio a definirla, tal vez porque la concepción quedó deshilachada en la historia y ha servido para que las vertientes nacionalistas la hayan desvirtuado y desmerecido sus valores.
Desde este punto de vista el ensayo de Aguinis es un pequeño tratado -sumamente útil en estos tiempos- sobre el significado del liberalismo y el rol que jugó en el desarrollo temprano del país. No es casual que la obra arranque con un panegírico de la obra de Juan Bautista Alberdi, a la que dedica varios capítulos, que a decir verdad deberían considerarse subtítulos, ya que el texto continúa de unos a otros probablemente porque el autor pretendió alivianar la densidad conceptual en beneficio del lector. Subyace también un tono de estilo periodístico que recuerda a menudo los textos del diario Clarín y algunas de sus citas provienen, precisamente, de ese medio.
No es esto un demérito en términos de sustancia histórica. Aguinis aborda frecuentemente los temas que refleja la prensa y que con una adecuada interpretación mantienen viva la esencia de los serios problemas estructurales de la Argentina. Las cuestiones que se tratan no le son ajenas a los potenciales lectores.
En este sentido, Aguinis recorre los tópicos que revelan la profunda anomia de la Argentina: el desprecio a la propiedad y cómo lesiona cualquier aspiración a obtener inversiones y de esa forma acceder a una explosión del crecimiento, la inseguridad, la justicia, la educación, la asfixiante presión tributaria, el rol de los sindicatos y el empleo, entre otros. Le da un contexto histórico a las expresiones corrientes.
En especial sobre el desprecio a la propiedad hace un breve pero interesantísimo recorrido histórico de su gestación y recuerda cómo ese desprecio sumió a sociedades
pasadas en conflictos desesperantes que condujeron a más penurias y atraso.
Es cierto, como indica el texto de contratapa, que Aguinis no se remite sólo a una descripción crítica de la “maldición Argentina”, sino que esboza por dónde podrían emerger las soluciones. Pero no parece lo más importante. Lo singular de ¿Qué hacer? es que pretende galvanizar el enfoque liberal frente al progresismo tosco de las meras consignas.
Una de las característica sorprendentes del liberalismo es que más gente de lo que cree abraza sus preceptos sin siquiera saberlo e incluso abominaría de ser definida como tal. Este libro de Aguinis ofrece entre sus méritos la posibilidad de identificarse con honestidad intelectual.