Debía realizarse una reunión trascendental, para decidir el futuro de la Selección. Seguramente iba a haber reproches de alto calibre. Fue demasiado para la debilidad temperamental que aflige a Maradona por estos días, erosionado ya el exitismo que intentó generar con su presencia al frente del combinado. Sin avisar, se fue a Europa; no se sabe bien para qué, pero luce como una huída.
Es como para compadecerse. Como le sucede a los incondicionales de los Kirchner para justificar los desaciertos en que incurren, tampoco los incondicionales de Maradona aciertan a explicar o justificar las actitudes del ex - 10.
Como pedía en la entrada precedente, los periodistas se le animaron al mito. Quedan algunos. Resisten. Pero a medida que se conocen algunas intimidades es cada vez más difícil la defensa.
Lo que no terminan de admitir es que Maradona no quiere que lo ayuden. El sólo sabe manejarse entre la gloria y el fracaso. Y esto último es lo que va marcando los pasados últimos años. Intimamente sabe que ya fracasó al frente de la Selección. Su ego no admite tantas sucesivas derrotas. La diferencia ahora es que los resultados adversos no le infligen una herida solamente a su yo. Se metió con todos. Exaspera, apenas pensar que la selección no se clasifique al Mundial 2010.
Diego ha vivido al límite. Lleva todos sus actos al límite, al lugar donde el rescate es muy difícil. Se muestra agresivo y prepotente, pero es solamente una señal de la gigantesca debilidad que lo embarga. Acaso se dio cuenta del abismo que separa el juego en sí mismo de la dirección técnica y tomó nota de su incapacidad. Lástima que ha sido de la peor manera, poniendo en riesgo la clasificación.
Ahora, cuando las papas queman tomó el peor camino: escaparse. Pero no debe sorprender. Quedó preso de su exitismo y hace lo que siempre hizo: huir…de una manera o de otra, o de las dos.
Se va antes de que lo echen de cuerpo presente. Sólo el delgado hilo del recuerdo de sus hazañas lo sostiene. No puede permitirse el intento de ser rodeado por alguien que sabe y así le corta el camino a quienes todavía –aunque por interés personal, como Grondona- lo bancan.
Los jugadores convocados desde el exterior –ahora se sabe- tampoco lo apuntalan. Esa clase de apoyo es efímera. ¿Cómo saber si jugadores del medio local lo harán? . Ya están al tanto de que no hay charlas técnicas, que es incapaz de esbozar un planteo táctico. ¿Le creerán, si acaso su permanencia sobrevive a este conflicto y vuelve a la dirección técnica?
Repasando las actitudes de Maradona a lo largo del tiempo, puede inferirse que su principal preocupación hoy no debe ser cómo sacar a la Selección de las profundidades en las que se halla. Su mayor problema debe ser cómo sobrevivir usufructuando las glorias pasadas, sin entregar nada a cambio.
El estigma de su pasado en la drogadicción aún lo persigue. Ahora deberá seguramente sobrellevar otro, el de haber conducido al desastre a la Selección. Perdió el prestigio en el único medio donde todavía se sostenía su fama.
Huyó a Europa para ganar tiempo, incapaz de afrontar la situación que lo tiene como máximo responsable, aunque ciertamente no es el único.
Pero no hizo las cosas del todo mal, al menos para él. Tiene donde refugiarse si llega el caso del repudio masivo de los futboleros argentinos. Cuba, Bolivia o Venezuela, pueden ser destinos donde será recibido con los brazos abiertos. Curioso: algunos de los mismos lugares donde serían también abrazados los Kirchner. Claro, si tuviéramos la suerte de que decidieran resignar el gobierno.