lunes, septiembre 07, 2009

Periodistas deportivos…despierten


Para quienes lo ignoran por una mera cuestión cronológica, no está de más recordar que supo haber en la Argentina un excelente periodista deportivo sumamente resistido por sus pares, que se destacó profesionalmente por su mirada crítica del ambiente futbolero. Fue Dante Panzeri, fallecido en 1978. Los que no saben de él pueden encontrar un reconocimiento a su trayectoria en: http://blogs.perfil.com/futbol/2008/04/14/homenaje-a-dante-panzeri/
Esta referencia viene a propósito del pobrísimo desempeño de la selección argentina de fútbol, que enfrenta la seria posibilidad de no clasificarse para el Mundial de 2010. Porque después de prestar alguna dedicación atenta a los programas deportivos de TV post derrota 3 a 1 frente a Brasil, encuentro que Panzeri hubiera resultado de extrema utilidad en estas circunstancias. Con toda seguridad ya desde antes hubiera estado ofreciendo una visión alternativa menos conformista que la que hoy campea en los medios de comunicación.
De hecho las cosas son tales que, antes que a los periodistas, vale mejor la pena observar las opiniones de la gente para obtener una dimensión más ajustada a la realidad, como anoté en la entrada anterior a ésta en el blog. Basta purificarlas un poco del fanatismo que rodea al fútbol y ahí se podrán hallar las pistas de los males que aquejan a este deporte y que, naturalmente, se extienden a la selección.
Como ya podrá intuirse, no se trata aquí de explorar si es necesario un nueve de área, o si Heinze y Zanetti deben o no jugar. Carezco de condiciones para examinar esa situación. Tengo mi opinión personal, pero es irrelevante.
La cuestión es cómo abordan las cuestiones esenciales los periodistas deportivos, de quienes se supone debe esperarse la mirada esclarecedora. Lo que nos conduce irremediablemente a una observación más amplia del periodismo estrictamente ligado al fútbol, cuya característica sobresaliente –casi sin excepciones- es la elusión de cualquier tema espinoso. Los periodistas de fútbol chapotean sobre la superficie de los temas apenas provistos de un snorkel. Detestan asumir el compromiso de las críticas buceando más profundo. Y si lo hacen se cuidan de no dar cuenta a su audiencia de lo oculto en las profundidades.
La gente común formula críticas ácidas y a veces justificadas sobre los periodistas en general, pero el periodismo futbolero está plagado de notables complicidades, compromisos y obsecuencias. Los defectos de los periodistas más renombrados de este rubro, parecen trasladarse incrementados a los nuevos cronistas, disfrazados de una falsa ecuanimidad profesional. A la hora de opinar o cuestionar se sumergen en aborrecibles circunloquios. Los programas de fútbol se convierten así en espacios de entretenimientos matizados por las excentricidades de sus integrantes, más que marcados por el afán de aportar claridad.
¿Quién ha visto cuestionar a un jugador, un técnico o un dirigente?, más allá de pequeñas anotaciones. Sólo se hace cuando la decadencia es irremediable. Lo que se dice, el árbol caído. O cuando está ausente la presunta sanción de la corporación futbolística que también integran los periodistas. Como es el caso de algún encarnizamiento con gente que se desempeña en el exterior.
En el ámbito de los medios gráficos al menos, con alguna injusticia el rubro deportivo ha sido visto como un género menor, no por contenido sino por la calidad exhibida por los periodistas. En realidad la mayor objeción debe provenir de los elementos apuntados.
Podría pensarse que, dado que con toda seguridad las páginas deportivas y los programas de TV y radio dedicados al fútbol concentran el mayor interés de la sociedad, los periodistas deberían estar cumpliendo su responsabilidad con mayor enjundia.
En este contexto desalentador sopla una brisa fresca. A medida que empiezan a transcurrir las horas desde la derrota frente a Brasil, ha comenzado a insinuarse una suerte de corriente sino crítica, al menos cuestionadora de la eficacia de Maradona como director técnico. Y a caballo de esa corriente nos enteramos, por ejemplo, de que la presencia inamovible de Heinze no se debería sino a que fue quien conspiró junto a Maradona para echar a Basile. La versión provino de Elio Rossi, de C5N, quien se ha erigido por estas horas en el principal cuestionador del celebérrimo 10. Y otros, menos notorios, empiezan a animarse, poniendo en tela de juicio al entrenador. Esto puede ser nomás un hecho puntual, explicable por la irritación que produce el riesgo cierto de que la Argentina no clasifique y acaso no perdure para abordar la realidad de manera permanente. Pero al menos es una muestra de que subsiste un atisbo de decencia.
Y para terminar, una reflexión que podría tomar algún periodista del ramo, si es que acaso llegara hasta estas líneas. ¿Han notado que Maradona nunca habla de fútbol en términos técnicos?