Así que Antonini Wilson, al final, sí estuvo en la Rosada, según habían afirmado algunos testigos y le porfió a Aníbal Fernández el periodista Nelson Castro en una entrevista a propósito del escándalo de la valija con los 800 mil dólares. (http://www.youtube.com/watch?v=Zi4NZjD0m6k)
La enfática negativa del ministro de la sensación de inseguridad, con su habitual cara de póker, ahora se derrumbó ante la aparición de un video de Canal 7. Y siguiendo la propia lógica de AF, debería renunciar, como acaba de reclamarle a Mauricio Macri por el escandalete de las escuchas telefónicas.
Porque o las cosas le pasan por el costado sin que se entere o definitivamente mintió creyendo que no existían rastros de los pasos de Wilson por Gobierno, hipótesis ésta poco creíble.
Lo curioso de la aparición de ese video en manos de la Justicia –de acuerdo a lo que indican las crónicas- es que sucede apenas unas horas después de que el Congreso convirtió en ley la extracción compulsiva de ADN para la investigación de los casos de desapariciones, una norma aparentemente a medida de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, la dueña de Clarín.
Y más extraño todavía es que el video en cuestión sea de Canal 7, desde donde el Gobierno maneja operaciones a su antojo.
A estas horas el canal oficial ya debe haberse convertido en un tembladeral. Y más: también en las entrañas del poder, como les gusta decir a los columnistas políticos.
La interrogante es cómo saldrán los K de este entuerto, después de las bravuconadas de pedir la extradición de Antonini para que aclarara su afirmación de que había estado en la Rosada en el acto con Chávez. Porque esa presencia gruesa, ominosa, asocia la valija con los fondos para la campaña de CFK, una afirmación que el Gobierno siempre calificó de infundada.
jueves, noviembre 19, 2009
El caradura
miércoles, noviembre 18, 2009
El boludo
Cuando se examinan detalladamente La Historia de la Estupidez Humana, de Paul Tabori, el Elogio de la Estupidez de Erasmo de Rotterdam, o incluso algunos de los principios de Teoría de la Estupidez de Carlo Cipolla, no queda más que llegar a alguna de las penosas siguientes tres conclusiones sobre sí mismos: somos completamente estúpidos, a veces somos estúpidos, o fuimos y nos comportaremos en el futuro como tales en alguna oportunidad. Es así. Es una experiencia lamentable. Siempre y cuando abordemos la cuestión con honestidad. No cabe la posibilidad de que nuestra conclusión sea que no somos estúpidos. En ese caso solamente estaremos reconociendo de manera implícita que pertenecemos de pleno a la primera de las categorías anteriores.
Como sea, hay una cuestión de escalas contenida en esas conclusiones. La estupidez puede ser peligrosa para sí mismo y para terceros y muy dañina si el estúpido en cuestión ostenta algún grado considerable de poder.
Esta introducción viene a propósito de las declaraciones de Eduardo Arnold, ex vicegobernador de Santa Cruz de Néstor Kirchner durante dos períodos, reproducidas hoy en el diario Perfil on line (http://www.perfil.com/contenidos/2009/11/17/noticia_0034.html).
Arnold dijo: “Kirchner cuando era un muchacho, no se si no será todavía, era muy boludo”. Y explicó que hace muchos años comenzó a escribir un libro - “La venganza del boludo”- con anécdotas y circunstancias que le han tocado vivir al lado de Kirchner y otras que se fue enterando por el círculo íntimo, al cual aseguró que “nunca pertenecí”.
El libro nunca fue publicado, razón por la que Arnold nos ha privado de un interesante material de trabajo. Tal vez cambie de opinión.
Aunque se trate de un exceso, no está de más indicar para seguir el hilo del tema, que boludo es para los argentinos el sinónimo enfático de estúpido. Y aquí muchos estarán tentados de señalar que si NK llegó adonde está no es precisamente por ser boludo.
Indiquemos que para el referido Cipolla una persona puede ser estúpida independientemente de cualquier otra de sus características. Y entre quienes lo han comentado se reflexiona que la conquista del poder puede atribuirse a la habilidad y la audacia. O la suerte. O a que alguien subestimó el peligro de que un estúpido alcanzara el poder. Recordemos que fue Eduardo Duhalde quien hizo posible la llegada de NK a la presidencia.
Digo todo esto porque a principios de octubre esbocé algunas líneas con los perfiles de los dos Kirchner y como cualquiera que escribe habitualmente decidí retener los textos. No estaba del todo seguro sobre las conclusiones.
Pero con las declaraciones de Arnold y una cuota de mi propia estupidez, van a continuación.
Perfiles…, o lo que todavía nos espera (primera parte)
Es un poco “disgusting”, pero se trata solamente de un ejercicio para divertir. Consiste en ponerse por un rato en la piel de los K. Tratar de extraer un mensaje para nuestro futuro, a partir de lo escaso que conocemos de sus reacciones y personalidades y de cómo se han manejado ante favores y adversidades varias a lo largo de los últimos años. También agregando algún dato de la realidad actual. Todo suma.
Empecemos y no se pida aquí un orden académico, porque no estamos en condiciones. Es una improvisación, una experiencia analítica “fatta in casa”. Ante las objeciones diremos: por qué no. De hecho siempre lo hacemos con el resto de los congéneres. Y en base a tales precarias conclusiones adoptamos actitudes, de amor, de rechazo, de envidia “and all that crap”. Y usaremos aquí –como ya se habrá visto- cuando cuadre, expresiones de inglés pertinentes; no para darnos lustre, sino porque suelen algunas ser maravillosas.
Y antes de que me olvide por completo (nótese que pasé a la primera persona) me ocuparé en este tramo de algunos rasgos del ex. Y menos mal que no es creyente (algo le habrán hecho los curas a juzgar por el encono que les dispensa), porque consta que padece del peor de los pecados capitales–mas no el único-, según la religión cristiana y un documental de History Channel que pasaron esta noche: la IRA. La demuestra a menudo en sus apariciones públicas, cuando se descontrola y las diosas de la fortuna no le son favorables; y trasciende que también en privado cuando los acontecimientos no se acomodan a sus intenciones. Recuerden que el 28 de junio, tras haber perdido, la emprendió a las piñas limpias contra las paredes. En el documental en cuestión un especialista en temas neurológicos decía que a los individuos que padecen de IRA les falta material en un lóbulo frontal del cerebro. Si es así, tenemos otra carencia, además del estrabismo y el defecto en el habla, proveniente seguramente de un paladar alto –denominado ojival-, probablemente originado en el uso excesivo de chupete, pero no De la Rúa.
¡No se ría de los defectos ajenos!, clamará algún hipotético lector indignado. Pero si no me río, simplemente los señalo. Están a la vista de todos y son objeto de infinitas imitaciones.
He visto en la tapa, creo de un número reciente de Noticias, una foto infantil de N. La elección de la imagen no fue casual. La nota trazaba un perfil psico del ex presidente. Quien la haya visto no podrá dejar de coincidir que la expresión es como para preocuparse.
Entonces, con esos pocos elementos y abusando de la suposición, arriesgo que el individuo ha de haber atravesado una infancia atroz, abrumado por las cargadas de los sátrapas del barrio, masticando en soledad venganzas interminables contra sus agresores. Y después en la adolescencia habrá enfrentado el rechazo de las jóvenes que no veían en él un varón deseable. Tengo la teoría de que los más acérrimos militantes políticos de izquierda suelen tener cuentas pendientes de la juventud, hileras de fracasos imperceptibles que los llevan a adoptar posiciones extremas, porque en esa actitud reivindican su ego. Se ponen por encima de las pasiones mundanas y en sus fantasías trascienden a virtudes superiores. El tiempo y algunos éxitos económicos, cuando los tienen, por supuesto, les hacen olvidar aquellas aspiraciones y los convierten en integrantes del séquito de lo que algunos denominan la izquierda festiva, amantes del consumo suntuoso como cualquier detestable burgués, en su misma concepción.
No me digan… esto explicaría el afán tiránico del sujeto y su inacabable ambición económica, que al calor del poder que ejerce le está redundando una fortuna que podría ser incalculable. El hombre no se detiene y no entiende razones, porque sus fantasmas de la juventud lo siguen acorralando. Cada imitación, cada caricatura, cada rechazo lo vuelven a los años sombríos, cuando seguramente “puñeteaba” la pared de su dormitorio –quizás- o de un aula. NK se venga en nosotros de sus peores años de sufrimiento. Ya van a ver!! Debe disfrutar cuando lo acusan de tiránico. Es el círculo perfecto.
En fin, que el sujeto busca la aprobación permanente y no lo logra. Cuanto más se aleja del objetivo más intratable se torna. El único bálsamo es rodearse de una claque de oportunistas, a los que detesta porque no puede ignorar que están ahí porque les paga.
Y de esos se va desprendiendo poco a poco en sus arranques de irracionalidad. Debe fantasear que ríen a sus espaldas. No confía en nadie, ni siquiera en los más indignos, como Scioli. De a poco se va quedando solo y por eso vemos que sus jugadas involucran cada vez más riesgos.
Claro que no es un idiota. Tiene planes, pero no lo suficientemente elaborados. Si tuviera mejor formación sabría que sus tácticas se han repetido hasta el cansancio a lo largo de la historia y más temprano que tarde el poder se derrumba. Todavía resiste, pero su desaforado intento de controlarlo todo lo sume en mayor desesperación. El hombre debe estar atravesando un momento de tremendo dolor psíquico. Espía, escucha, escruta las notas periodísticas para desentrañar traiciones, pergeña operaciones. Una verdadera tortura que de paso, nos está haciendo la vida miserable.
Raúl Clauso
4.10.09
Glosario:
Disgusting (se pronuncia discasting): Algo muy desagradable.
And all that crap: Y toda esa porquería (Se emplea para abreviar la enumeración de cosas remanidas).
Perfiles…, o lo que todavía nos espera (segunda parte)
Esta segunda entrega está destinada al caso de CFK, que también se las trae.
Algunos de los modistos y estilistas que menudean en la televisión podría decir…ES UN HORROR!!!. Sus principales carencias parecen provenir de inconformidad con su aspecto, a pesar de que las fotos de su juventud la muestran algo agraciada. Pero se sabe, las mujeres nunca están satisfechas en ese rubro y a menudo por tal razón incurren en decisiones cuestionables.
A la señora no le agrada la imagen que le devuelve el espejo. Y la disponibilidad de monetario sin límite la ha llevado a someterse –está muy claro- a tratamientos que le han provocado algunas distorsiones faciales, al punto que ahora pareciera que siempre está inflando globos para algún cumpleaños. En los años que siguen se pondrá peor. Se viste con la ropa más exclusiva que puede hallar, pero para su disgusto permanente todo lo queda mal. Uno puede suponer que ha intentado adelgazar, pero no le resulta. Manifiesta exceso de maquillaje –me pinto como una puerta, suele decir-, y aquí también se ha quedado en los ´70, o peor, en los´60. Últimamente le ha sumado un peinado que le luce como un casco, alejado algunos centímetros de la cabeza.
Producida así pareciera que está satisfecha con su apariencia, pero en la soledad seguramente no es así. La diversidad de estilos –inapropiados para su figura-, el cambio incesante, revela una profunda insatisfacción. De hecho, si de primera dama o presidenta se trata, aunque no es necesario, podría tener algún estilo. El que muestra no marca tendencia precisamente, más bien indica el camino por el que no hay que ir. Dicho sea de paso, si CK requiere tanto esfuerzo en el artificio, bien puede suponerse que no hay mucho para adornar. La exageración en la ostentación de riquezas del rey no es una cuestión nueva en la historia. Entérense. El padre del ensayo, Michel de Montaigne tiene un capítulo en su obra dedicado al tema. Para ubicarse: en pleno Renacimiento, alrededor de 1580. Ja.
Tanto ardor de la señora en lograr un aspecto que la distancia de la sobriedad no puede ser más que una sobre compensación. Pero por Dios ¿compensar qué? Helloooo! Es la Presidente. ¡Qué más necesita para sentirse segura de sí misma! Y sin embargo no lo está, como lo evidencia su inocultable soberbia, plena de sarcasmos innecesarios e irritantes. Al principio de su turno en la Rosada, le destacaron su elocuencia, los discursos sin papel, la improvisación. Y desde ahí en adelante nos ha bombardeado con una palabrería incontinente no exenta de grotescos, como la más reciente del “secuestro de los goles”. O sea que tampoco es Cicerón en esa materia. Se equivocaron, no es elocuente, es locuaz, como los chicos de los centros de estudiantes que entrevistan los noticieros de TV en los cortes de Callao y Corrientes.
Me pregunto si habrá tenido amigas a quienes les está enrostrando el look. Amigas que despreciaba y que se arreglaban y charlaban trivialidades, mientras ella se torturaba la adolescencia con la revolución.
Debe ser ése el punto de encuentro con el joven K, en los cenáculos de algún bar de La Plata. He conocido mucha gente así, que por supuesto no han alcanzado la máxima jerarquía política y que calentaban las sillas de los bares de la calle Corrientes, en especial La Paz, con el mismo café por horas. Si se presta atención a algunos dirigentes más o menos destacados de las izquierdas, como dicen los españoles, se verá que todavía lo siguen haciendo.
Como “il suo marito”, CFK exhibe una inclinación ofensiva hacia lo material, y en ella particularmente hacia el lujo
La señora es extremadamente vulnerable a la crítica. De común sale a replicar sin reparar si el contexto en que lo hace es o no el apropiado. No logra detener los impulsos. Le dicen que es agresiva y al rato ensaya la dulzura; le señalan su enfermiza relación con los micrófonos y deja de hacerlo. Le apuntan que no da conferencias de prensa y llama a los periodistas. Pero apenas como ficción. No hay un cambio esencial en su conducta. Apenas –otra vez- maquillaje, que no alcanza para evitar que le aflore la patotera.
La señora tiene sus años, pero en verdad es una adolescente. Está sin terminar y la seguridad que ostenta no es nada más que producto del aparato que la rodea. Ha construido un personaje y no se sale del libreto. Ceder sería el derrumbe. Su vida también es una tortura.
Raúl Clauso
5.10.09
Como sea, hay una cuestión de escalas contenida en esas conclusiones. La estupidez puede ser peligrosa para sí mismo y para terceros y muy dañina si el estúpido en cuestión ostenta algún grado considerable de poder.
Esta introducción viene a propósito de las declaraciones de Eduardo Arnold, ex vicegobernador de Santa Cruz de Néstor Kirchner durante dos períodos, reproducidas hoy en el diario Perfil on line (http://www.perfil.com/contenidos/2009/11/17/noticia_0034.html).
Arnold dijo: “Kirchner cuando era un muchacho, no se si no será todavía, era muy boludo”. Y explicó que hace muchos años comenzó a escribir un libro - “La venganza del boludo”- con anécdotas y circunstancias que le han tocado vivir al lado de Kirchner y otras que se fue enterando por el círculo íntimo, al cual aseguró que “nunca pertenecí”.
El libro nunca fue publicado, razón por la que Arnold nos ha privado de un interesante material de trabajo. Tal vez cambie de opinión.
Aunque se trate de un exceso, no está de más indicar para seguir el hilo del tema, que boludo es para los argentinos el sinónimo enfático de estúpido. Y aquí muchos estarán tentados de señalar que si NK llegó adonde está no es precisamente por ser boludo.
Indiquemos que para el referido Cipolla una persona puede ser estúpida independientemente de cualquier otra de sus características. Y entre quienes lo han comentado se reflexiona que la conquista del poder puede atribuirse a la habilidad y la audacia. O la suerte. O a que alguien subestimó el peligro de que un estúpido alcanzara el poder. Recordemos que fue Eduardo Duhalde quien hizo posible la llegada de NK a la presidencia.
Digo todo esto porque a principios de octubre esbocé algunas líneas con los perfiles de los dos Kirchner y como cualquiera que escribe habitualmente decidí retener los textos. No estaba del todo seguro sobre las conclusiones.
Pero con las declaraciones de Arnold y una cuota de mi propia estupidez, van a continuación.
Perfiles…, o lo que todavía nos espera (primera parte)
Es un poco “disgusting”, pero se trata solamente de un ejercicio para divertir. Consiste en ponerse por un rato en la piel de los K. Tratar de extraer un mensaje para nuestro futuro, a partir de lo escaso que conocemos de sus reacciones y personalidades y de cómo se han manejado ante favores y adversidades varias a lo largo de los últimos años. También agregando algún dato de la realidad actual. Todo suma.
Empecemos y no se pida aquí un orden académico, porque no estamos en condiciones. Es una improvisación, una experiencia analítica “fatta in casa”. Ante las objeciones diremos: por qué no. De hecho siempre lo hacemos con el resto de los congéneres. Y en base a tales precarias conclusiones adoptamos actitudes, de amor, de rechazo, de envidia “and all that crap”. Y usaremos aquí –como ya se habrá visto- cuando cuadre, expresiones de inglés pertinentes; no para darnos lustre, sino porque suelen algunas ser maravillosas.
Y antes de que me olvide por completo (nótese que pasé a la primera persona) me ocuparé en este tramo de algunos rasgos del ex. Y menos mal que no es creyente (algo le habrán hecho los curas a juzgar por el encono que les dispensa), porque consta que padece del peor de los pecados capitales–mas no el único-, según la religión cristiana y un documental de History Channel que pasaron esta noche: la IRA. La demuestra a menudo en sus apariciones públicas, cuando se descontrola y las diosas de la fortuna no le son favorables; y trasciende que también en privado cuando los acontecimientos no se acomodan a sus intenciones. Recuerden que el 28 de junio, tras haber perdido, la emprendió a las piñas limpias contra las paredes. En el documental en cuestión un especialista en temas neurológicos decía que a los individuos que padecen de IRA les falta material en un lóbulo frontal del cerebro. Si es así, tenemos otra carencia, además del estrabismo y el defecto en el habla, proveniente seguramente de un paladar alto –denominado ojival-, probablemente originado en el uso excesivo de chupete, pero no De la Rúa.
¡No se ría de los defectos ajenos!, clamará algún hipotético lector indignado. Pero si no me río, simplemente los señalo. Están a la vista de todos y son objeto de infinitas imitaciones.
He visto en la tapa, creo de un número reciente de Noticias, una foto infantil de N. La elección de la imagen no fue casual. La nota trazaba un perfil psico del ex presidente. Quien la haya visto no podrá dejar de coincidir que la expresión es como para preocuparse.
Entonces, con esos pocos elementos y abusando de la suposición, arriesgo que el individuo ha de haber atravesado una infancia atroz, abrumado por las cargadas de los sátrapas del barrio, masticando en soledad venganzas interminables contra sus agresores. Y después en la adolescencia habrá enfrentado el rechazo de las jóvenes que no veían en él un varón deseable. Tengo la teoría de que los más acérrimos militantes políticos de izquierda suelen tener cuentas pendientes de la juventud, hileras de fracasos imperceptibles que los llevan a adoptar posiciones extremas, porque en esa actitud reivindican su ego. Se ponen por encima de las pasiones mundanas y en sus fantasías trascienden a virtudes superiores. El tiempo y algunos éxitos económicos, cuando los tienen, por supuesto, les hacen olvidar aquellas aspiraciones y los convierten en integrantes del séquito de lo que algunos denominan la izquierda festiva, amantes del consumo suntuoso como cualquier detestable burgués, en su misma concepción.
No me digan… esto explicaría el afán tiránico del sujeto y su inacabable ambición económica, que al calor del poder que ejerce le está redundando una fortuna que podría ser incalculable. El hombre no se detiene y no entiende razones, porque sus fantasmas de la juventud lo siguen acorralando. Cada imitación, cada caricatura, cada rechazo lo vuelven a los años sombríos, cuando seguramente “puñeteaba” la pared de su dormitorio –quizás- o de un aula. NK se venga en nosotros de sus peores años de sufrimiento. Ya van a ver!! Debe disfrutar cuando lo acusan de tiránico. Es el círculo perfecto.
En fin, que el sujeto busca la aprobación permanente y no lo logra. Cuanto más se aleja del objetivo más intratable se torna. El único bálsamo es rodearse de una claque de oportunistas, a los que detesta porque no puede ignorar que están ahí porque les paga.
Y de esos se va desprendiendo poco a poco en sus arranques de irracionalidad. Debe fantasear que ríen a sus espaldas. No confía en nadie, ni siquiera en los más indignos, como Scioli. De a poco se va quedando solo y por eso vemos que sus jugadas involucran cada vez más riesgos.
Claro que no es un idiota. Tiene planes, pero no lo suficientemente elaborados. Si tuviera mejor formación sabría que sus tácticas se han repetido hasta el cansancio a lo largo de la historia y más temprano que tarde el poder se derrumba. Todavía resiste, pero su desaforado intento de controlarlo todo lo sume en mayor desesperación. El hombre debe estar atravesando un momento de tremendo dolor psíquico. Espía, escucha, escruta las notas periodísticas para desentrañar traiciones, pergeña operaciones. Una verdadera tortura que de paso, nos está haciendo la vida miserable.
Raúl Clauso
4.10.09
Glosario:
Disgusting (se pronuncia discasting): Algo muy desagradable.
And all that crap: Y toda esa porquería (Se emplea para abreviar la enumeración de cosas remanidas).
Perfiles…, o lo que todavía nos espera (segunda parte)
Esta segunda entrega está destinada al caso de CFK, que también se las trae.
Algunos de los modistos y estilistas que menudean en la televisión podría decir…ES UN HORROR!!!. Sus principales carencias parecen provenir de inconformidad con su aspecto, a pesar de que las fotos de su juventud la muestran algo agraciada. Pero se sabe, las mujeres nunca están satisfechas en ese rubro y a menudo por tal razón incurren en decisiones cuestionables.
A la señora no le agrada la imagen que le devuelve el espejo. Y la disponibilidad de monetario sin límite la ha llevado a someterse –está muy claro- a tratamientos que le han provocado algunas distorsiones faciales, al punto que ahora pareciera que siempre está inflando globos para algún cumpleaños. En los años que siguen se pondrá peor. Se viste con la ropa más exclusiva que puede hallar, pero para su disgusto permanente todo lo queda mal. Uno puede suponer que ha intentado adelgazar, pero no le resulta. Manifiesta exceso de maquillaje –me pinto como una puerta, suele decir-, y aquí también se ha quedado en los ´70, o peor, en los´60. Últimamente le ha sumado un peinado que le luce como un casco, alejado algunos centímetros de la cabeza.
Producida así pareciera que está satisfecha con su apariencia, pero en la soledad seguramente no es así. La diversidad de estilos –inapropiados para su figura-, el cambio incesante, revela una profunda insatisfacción. De hecho, si de primera dama o presidenta se trata, aunque no es necesario, podría tener algún estilo. El que muestra no marca tendencia precisamente, más bien indica el camino por el que no hay que ir. Dicho sea de paso, si CK requiere tanto esfuerzo en el artificio, bien puede suponerse que no hay mucho para adornar. La exageración en la ostentación de riquezas del rey no es una cuestión nueva en la historia. Entérense. El padre del ensayo, Michel de Montaigne tiene un capítulo en su obra dedicado al tema. Para ubicarse: en pleno Renacimiento, alrededor de 1580. Ja.
Tanto ardor de la señora en lograr un aspecto que la distancia de la sobriedad no puede ser más que una sobre compensación. Pero por Dios ¿compensar qué? Helloooo! Es la Presidente. ¡Qué más necesita para sentirse segura de sí misma! Y sin embargo no lo está, como lo evidencia su inocultable soberbia, plena de sarcasmos innecesarios e irritantes. Al principio de su turno en la Rosada, le destacaron su elocuencia, los discursos sin papel, la improvisación. Y desde ahí en adelante nos ha bombardeado con una palabrería incontinente no exenta de grotescos, como la más reciente del “secuestro de los goles”. O sea que tampoco es Cicerón en esa materia. Se equivocaron, no es elocuente, es locuaz, como los chicos de los centros de estudiantes que entrevistan los noticieros de TV en los cortes de Callao y Corrientes.
Me pregunto si habrá tenido amigas a quienes les está enrostrando el look. Amigas que despreciaba y que se arreglaban y charlaban trivialidades, mientras ella se torturaba la adolescencia con la revolución.
Debe ser ése el punto de encuentro con el joven K, en los cenáculos de algún bar de La Plata. He conocido mucha gente así, que por supuesto no han alcanzado la máxima jerarquía política y que calentaban las sillas de los bares de la calle Corrientes, en especial La Paz, con el mismo café por horas. Si se presta atención a algunos dirigentes más o menos destacados de las izquierdas, como dicen los españoles, se verá que todavía lo siguen haciendo.
Como “il suo marito”, CFK exhibe una inclinación ofensiva hacia lo material, y en ella particularmente hacia el lujo
La señora es extremadamente vulnerable a la crítica. De común sale a replicar sin reparar si el contexto en que lo hace es o no el apropiado. No logra detener los impulsos. Le dicen que es agresiva y al rato ensaya la dulzura; le señalan su enfermiza relación con los micrófonos y deja de hacerlo. Le apuntan que no da conferencias de prensa y llama a los periodistas. Pero apenas como ficción. No hay un cambio esencial en su conducta. Apenas –otra vez- maquillaje, que no alcanza para evitar que le aflore la patotera.
La señora tiene sus años, pero en verdad es una adolescente. Está sin terminar y la seguridad que ostenta no es nada más que producto del aparato que la rodea. Ha construido un personaje y no se sale del libreto. Ceder sería el derrumbe. Su vida también es una tortura.
Raúl Clauso
5.10.09
jueves, noviembre 12, 2009
Esto se pone interesante
Están para el chiste. Aquel de que necesitan terapia de grupo. Un grupo de psicólogos y ellos dos…y en Viena si es posible. Porque son un caso serio de autosabotaje. Ejemplos hay montones; ni vale la pena repetirlo. Pero lo de hoy…
Cristina tuvo a la mano la oportunidad de repechar su imagen autoritaria, confrontativa, y la desperdició. Enfiló bien, desautorizando la marcha en Plaza de Mayo que armaba la sociedad Moyano- D´Elía. Dejarla para mejor momento, creo recordar que fueron sus palabras. Pero después se despachó sin tino contra el enemigo jurado: el periodismo y en especial Clarín, al que no titubeó en responsabilizar de todos los males del país. Fuera del tarro.
Hubiera dado una esperanza a las estadísticas que le bajaron el pulgar de la popularidad y que también se difundieron hoy. Pero no, otra vez esquivó lo que considera el pecado de exhibir debilidad y salió al ataque. Quedó peor. Se diluyó otra esperanza de un mínimo de razonabilidad.
Ya no soy muy amigo de los psicólogos (antes sí), pero CFK tuvo otro desliz para la terapia: “Ya estoy acostumbrada a que digan que está todo mal”.
-Aháaaa. Tal vez habría que considerar la posibilidad de que si todos están en su contra y la mortifican con las críticas, acaso haya algo que las justifique ?
Conversación imposible. Ropa de amianto… de marca, eso sí.
Pero más allá de eso la decisión de suspender la marcha en sí misma es llamativa. Porque la convocatoria de los líderes de los desposeídos ( Moyano – D´Elía, raro no? ) llevaba el sello indeleble de su consorte. Hasta se mencionó que ambos socios en la movilización limaban diferencias en el objetivo común de defender al gobierno de otro frente de clima destituyente. Eso sólo se le podía ocurrir a NK. El enemigo volvía a estar difuso. Alguien en la CGT apuntó a la “izquierda loca”. La de los subtes, Castell y los piqueteros que acamparon el 9 de Julio, presumiblemente. Mencionaron a la CTA.
Pero Cristina, en un arrebato de la razón se decidió en contra de los impulsos del suo marito, acaso después de leer las declaraciones de Lavagna. El antiguo aliado aseguró que esas exhibiciones de fuerza solamente se entendían con un gobierno en problemas, sumido en el fracaso.
Los que quedaron como el traste y con la cara larga con ese vaivén de decisiones fueron Moyano y D´Elía. Hicieron el esfuerzo de juntarse, se mostraron risueños en una conferencia de prensa, pero el linesman les levantó la bandera. Y no es la primera vez que los dejan en off side. Perdóneseme, pero han de estar a las puteadas.
Mientras tanto, debe haber un cisma en el matrimonio.
Esto se está poniendo interesante.
12-11-09
Raúl Clauso
Cristina tuvo a la mano la oportunidad de repechar su imagen autoritaria, confrontativa, y la desperdició. Enfiló bien, desautorizando la marcha en Plaza de Mayo que armaba la sociedad Moyano- D´Elía. Dejarla para mejor momento, creo recordar que fueron sus palabras. Pero después se despachó sin tino contra el enemigo jurado: el periodismo y en especial Clarín, al que no titubeó en responsabilizar de todos los males del país. Fuera del tarro.
Hubiera dado una esperanza a las estadísticas que le bajaron el pulgar de la popularidad y que también se difundieron hoy. Pero no, otra vez esquivó lo que considera el pecado de exhibir debilidad y salió al ataque. Quedó peor. Se diluyó otra esperanza de un mínimo de razonabilidad.
Ya no soy muy amigo de los psicólogos (antes sí), pero CFK tuvo otro desliz para la terapia: “Ya estoy acostumbrada a que digan que está todo mal”.
-Aháaaa. Tal vez habría que considerar la posibilidad de que si todos están en su contra y la mortifican con las críticas, acaso haya algo que las justifique ?
Conversación imposible. Ropa de amianto… de marca, eso sí.
Pero más allá de eso la decisión de suspender la marcha en sí misma es llamativa. Porque la convocatoria de los líderes de los desposeídos ( Moyano – D´Elía, raro no? ) llevaba el sello indeleble de su consorte. Hasta se mencionó que ambos socios en la movilización limaban diferencias en el objetivo común de defender al gobierno de otro frente de clima destituyente. Eso sólo se le podía ocurrir a NK. El enemigo volvía a estar difuso. Alguien en la CGT apuntó a la “izquierda loca”. La de los subtes, Castell y los piqueteros que acamparon el 9 de Julio, presumiblemente. Mencionaron a la CTA.
Pero Cristina, en un arrebato de la razón se decidió en contra de los impulsos del suo marito, acaso después de leer las declaraciones de Lavagna. El antiguo aliado aseguró que esas exhibiciones de fuerza solamente se entendían con un gobierno en problemas, sumido en el fracaso.
Los que quedaron como el traste y con la cara larga con ese vaivén de decisiones fueron Moyano y D´Elía. Hicieron el esfuerzo de juntarse, se mostraron risueños en una conferencia de prensa, pero el linesman les levantó la bandera. Y no es la primera vez que los dejan en off side. Perdóneseme, pero han de estar a las puteadas.
Mientras tanto, debe haber un cisma en el matrimonio.
Esto se está poniendo interesante.
12-11-09
Raúl Clauso
miércoles, octubre 28, 2009
"Confesiones de un liberal"
Va a ser la primera vez. Nunca antes en este espacio incluí otros textos que no fueran de mi autoría. La excepción se justifica en que el tema que se trata aquí, difícilmente pueda ser tan magistralmente abordado. Es un ensayo de Mario Vargas Llosa titulado “Confesiones de un liberal” publicado hace pocos días en el diario La Nación, pero que en realidad es una conferencia dictada por el escritor en el AEI (American Enterprise Institute for Public Policy Research) en Washington el 4 de marzo de 2005, al recibir el Irving Kristol Award.
La inclusión tiene además el propósito de explicarme, en el sentido expuesto en el ensayo, ya que en algunas oportunidades debí enfrentar críticas de las que salí airoso, más por las deficiencias conceptuales de mis acusadores que por la brillantez de mis argumentos. De hecho en el archivo de este blog hay un post al respecto.
De paso, preservo en la web estas remarcables reflexiones de alguna eventual pérdida de mis archivos. El ensayo es un poco largo, pero es valioso. Aquí está.
"Confesiones de un liberal"
Estoy especialmente reconocido a quienes me han otorgado este premio porque, según sus considerandos, se me confiere no sólo por mi obra literaria, sino también por mis ideas y tomas de posición política. Eso es, créanme ustedes, toda una novedad. En el mundo en el que yo me muevo más, América latina y España, lo usual es que, cuando alguien elogia mis novelas o mis ensayos literarios, se apresure inmediatamente a añadir, “pese a que discrepe de”, “aunque no siempre coincida con”, o “esto no significa que acepte las cosas que él (yo) critica o defiende en el ámbito político”. Acostumbrado a esta partenogénesis de mí, me siento, ahora, feliz, reintegrado a la totalidad de mi persona, gracias al Premio Irving Kristol que, en vez de practicar conmigo aquella esquizofrenia, me identifica como un solo ser, el hombre que escribe y el que piensa y en el que, me gustaría creer, ambas cosas son una sola e irrompible realidad.
Pero, ahora, para ser honesto con ustedes y responder de algún modo a la generosidad de la American Enterprise Institute, siento la obligación de explicar mi posición política con cierto detalle. No es nada fácil. Me temo que no baste afirmar que soy –sería más prudente decir “creo que soy”– un liberal. La primera complicación surge con esta palabra. Como ustedes saben muy bien, liberal quiere decir cosas diferentes y antagónicas, según quién la dice y dónde se dice. Por ejemplo, mi añorada abuelita Carmen decía que un señor era un liberal cuando se trataba de un caballero de costumbres disolutas que, además de no ir a misa, hablaba mal de los curas. Para ella, la encarnación prototípica del “liberal” era un legendario antepasado mío que, un buen día, en mi ciudad natal, Arequipa, dijo a su mujer que iba a comprar un periódico a la Plaza de Armas y no regresó más a su casa. La familia sólo volvió a saber de él treinta años más tarde, cuando el caballero prófugo murió en París. “¿Y a qué se fugó a París ese tío liberal, abuelita?” “A qué iba a ser, hijito. ¡A corromperse!” No sería extraño que aquella historia fuera el origen remoto de mi liberalismo y mi pasión por la cultura francesa. Aquí, en Estados Unidos, y, en general en el mundo anglosajón, la palabra liberal tiene resonancias de izquierda y se identifica a veces con socialista y radical. En América latina y en España, donde la palabra liberal nació en el siglo XIX para designar a los rebeldes que luchaban contra las tropas de ocupación napeolónicas, en cambio, a mí me dicen liberal –o, lo que es más grave, neoliberal– para exorcizarme o descalificarme, porque la perversión política de nuestra semántica ha mutado el significado originario del vocablo –amante de la libertad, persona que se alza contra la opresión– reemplazándolo por la de conservador y reaccionario, es decir, algo que, en boca de un progresista, quiere decir cómplice de toda la explotación y las injusticias de que son víctimas los pobres del mundo.
Ahora bien, para complicar más las cosas, ni siquiera entre los propios liberales hay un acuerdo riguroso sobre lo que entendemos por aquello que decimos y queremos ser. Todos quienes han tenido ocasión de asistir a una conferencia o congreso de liberales saben que estas reuniones suelen ser muy divertidas, porque en ellas las discrepancias prevalecen sobre las coincidencias y porque, como ocurría con los trotskistas cuando todavía existían, cada liberal es, en sí mismo, potencialmente, una herejía y una secta.
Como el liberalismo no es una ideología, es decir, una religión laica y dogmática, sino una doctrina abierta que evoluciona y se pliega a la realidad en vez de tratar de forzar a la realidad a plegarse a ella, hay, entre los liberales, tendencias diversas y discrepancias profundas. Respecto a la religión, por ejemplo, o a los matrimonios gays, o al aborto, y, así, los liberales que, como yo, somos agnósticos, partidarios de separar a la Iglesia del Estado, y defendemos la descriminalización del aborto y el matrimonio homosexual, somos a veces criticados con dureza por otros liberales, que piensan en estos asuntos lo contrario que nosotros. Estas discrepancias son sanas y provechosas porque no violentan los presupuestos básicos del liberalismo que son la democracia política, la economía de mercado y la defensa del individuo frente al Estado.
Hay liberales, por ejemplo, que creen que la economía es el ámbito donde se resuelven todos los problemas y que el mercado libre es la panacea que soluciona desde la pobreza hasta el desempleo, la marginalidad y la exclusión social. Esos liberales, verdaderos logaritmos vivientes, han hecho a veces más daño a la causa de la libertad que los propios marxistas, los primeros propagadores de esa absurda tesis según la cual la economía es el motor de la historia de las naciones y el fundamento de la civilización. No es verdad. Lo que diferencia a la civilización de la barbarie son las ideas, la cultura, antes que la economía, y ésta, por sí sola, sin el sustento de aquella, puede producir sobre el papel óptimos resultados, pero no da sentido a la vida de las gentes, ni les ofrece razones para resistir la adversidad y sentirse solidarios y compasivos, ni las hace vivir en un entorno impregnado de humanidad.
Es la cultura, un cuerpo de ideas, creencias y costumbres compartidas –entre las que, desde luego, puede incluirse la religión–, la que da calor y vivifica la democracia y la que permite que la economía de mercado, con su carácter competitivo y su fría matemática de premios para el éxito y castigos para el fracaso, no degenere en una darwiniana batalla en la que –la frase es de Isaiah Berlin– “los lobos se coman a todos los corderos”. El mercado libre es el mejor mecanismo que existe para producir riqueza y, bien complementado con otras instituciones y usos de la cultura democrática, dispara el progreso material de una nación a los vertiginosos adelantos que sabemos. Pero es, también, un mecanismo implacable que, sin esa dimensión espiritual e intelectual que representa la cultura, puede reducir la vida a una feroz y egoísta lucha en la que sólo sobrevivirían los más fuertes. Pues bien, el liberal que yo trato de ser cree que la libertad es el valor supremo, ya que gracias a la libertad la humanidad ha podido progresar desde la caverna primitiva hasta el viaje a las estrellas y la revolución informática, desde las formas de asociación colectivista y despótica hasta la democracia representativa.
Los fundamentos de la libertad son la propiedad privada y el Estado de Derecho, el sistema que garantiza las menores formas de injusticia, que produce mayor progreso material y cultural, que más ataja la violencia y el que respeta más los derechos humanos. Para esa concepción del liberalismo, la libertad es una sola y la libertad política y la libertad económica son inseparables, como el anverso y el reverso de una medalla. Por no haberlo entendido así, han fracasado tantas veces los intentos democráticos en América latina.
Porque las democracias que comenzaban a alborear luego de las dictaduras respetaban la libertad política pero rechazaban la libertad económica, lo que, inevitablemente, producía más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque se instalaban gobiernos autoritarios, convencidos de que sólo un régimen de mano dura y represora podía garantizar el funcionamiento del mercado libre. Esta es una peligrosa falacia. Nunca ha sido así y por eso todas las dictaduras latinoamericanas “desarrollistas” fracasaron, porque no hay economía libre que funcione sin un sistema judicial independiente y eficiente ni reformas que tengan éxito si se emprenden sin la fiscalización y la crítica que sólo la democracia permite.
Democracia política y mercados libres son dos fundamentos capitales de una postura liberal. Pero, formuladas así, estas dos expresiones tienen algo de abstracto y algebraico, que las deshumaniza y aleja de la experiencia de las gentes comunes y corrientes. El liberalismo es más, mucho más que eso. Básicamente, es tolerancia y respeto a los demás, y, principalmente, a quien piensa distinto de nosotros, practica otras costumbres y adora otro dios o es un incrédulo. Aceptar esa coexistencia con el que es distinto ha sido el paso más extraordinario dado por los seres humanos en el camino de la civilización, una actitud o disposición que precedió a la democracia y la hizo posible, y contribuyó más que ningún descubrimiento científico o sistema filosófico a atenuar la violencia y el instinto de dominio y de muerte en las relaciones humanas. Y lo que despertó esa desconfianza natural hacia el poder, hacia todos los poderes, que es en los liberales algo así como nuestra segunda naturaleza.
No se puede prescindir del poder, claro está, salvo en las hermosas utopías de los anarquistas. Pero sí se puede frenarlo y contrapesarlo para que no se exceda, usurpe funciones que no le competen y arrolle al individuo, ese personaje al que los liberales consideramos la piedra miliar de la sociedad y cuyos derechos deben ser respetados y garantizados porque, si ellos se ven vulnerados, inevitablemente se desencadena una serie multiplicada y creciente de abusos que, como las ondas concéntricas, arrasan con la idea misma de la justicia social. La defensa del individuo es consecuencia natural de considerar a la libertad el valor individual y social por excelencia. Pues la libertad se mide en el seno de una sociedad por el margen de autonomía de que dispone el ciudadano para organizar su vida y realizar sus expectativas sin interferencias injustas, es decir, por aquella “libertad negativa”, como la llamó Isaiah Berlin en un célebre ensayo.
El colectivismo, inevitable en los primeros tiempos de la historia, cuando el individuo era sólo una parte de la tribu, que dependía del todo social para sobrevivir, fue declinando a medida que el progreso material e intelectual permitía al hombre dominar la naturaleza, vencer el miedo al trueno, a la fiera, a lo desconocido, y al otro, al que tenía otro color de piel, otra lengua y otras costumbres. Pero el colectivismo ha sobrevivido a lo largo de la historia, en esas doctrinas e ideologías que pretenden convertir la pertenencia de un individuo a una determinada colectividad en el valor supremo; la raza, por ejemplo, la clase social, la religión o la nación. Todas esas doctrinas colectivistas, el nazismo, el fascismo, los integrismos religiosos, el comunismo, son por eso los enemigos naturales de la libertad, y los más enconados adversarios de los liberales. En cada época, esa tara atávica, el colectivismo, asoma su horrible cara y amenaza con destruir la civilización y retrocedernos a la barbarie. Ayer se llamó fascismo y comunismo, hoy se llama nacionalismo y fundamentalismo religioso.
La inclusión tiene además el propósito de explicarme, en el sentido expuesto en el ensayo, ya que en algunas oportunidades debí enfrentar críticas de las que salí airoso, más por las deficiencias conceptuales de mis acusadores que por la brillantez de mis argumentos. De hecho en el archivo de este blog hay un post al respecto.
De paso, preservo en la web estas remarcables reflexiones de alguna eventual pérdida de mis archivos. El ensayo es un poco largo, pero es valioso. Aquí está.
"Confesiones de un liberal"
Estoy especialmente reconocido a quienes me han otorgado este premio porque, según sus considerandos, se me confiere no sólo por mi obra literaria, sino también por mis ideas y tomas de posición política. Eso es, créanme ustedes, toda una novedad. En el mundo en el que yo me muevo más, América latina y España, lo usual es que, cuando alguien elogia mis novelas o mis ensayos literarios, se apresure inmediatamente a añadir, “pese a que discrepe de”, “aunque no siempre coincida con”, o “esto no significa que acepte las cosas que él (yo) critica o defiende en el ámbito político”. Acostumbrado a esta partenogénesis de mí, me siento, ahora, feliz, reintegrado a la totalidad de mi persona, gracias al Premio Irving Kristol que, en vez de practicar conmigo aquella esquizofrenia, me identifica como un solo ser, el hombre que escribe y el que piensa y en el que, me gustaría creer, ambas cosas son una sola e irrompible realidad.
Pero, ahora, para ser honesto con ustedes y responder de algún modo a la generosidad de la American Enterprise Institute, siento la obligación de explicar mi posición política con cierto detalle. No es nada fácil. Me temo que no baste afirmar que soy –sería más prudente decir “creo que soy”– un liberal. La primera complicación surge con esta palabra. Como ustedes saben muy bien, liberal quiere decir cosas diferentes y antagónicas, según quién la dice y dónde se dice. Por ejemplo, mi añorada abuelita Carmen decía que un señor era un liberal cuando se trataba de un caballero de costumbres disolutas que, además de no ir a misa, hablaba mal de los curas. Para ella, la encarnación prototípica del “liberal” era un legendario antepasado mío que, un buen día, en mi ciudad natal, Arequipa, dijo a su mujer que iba a comprar un periódico a la Plaza de Armas y no regresó más a su casa. La familia sólo volvió a saber de él treinta años más tarde, cuando el caballero prófugo murió en París. “¿Y a qué se fugó a París ese tío liberal, abuelita?” “A qué iba a ser, hijito. ¡A corromperse!” No sería extraño que aquella historia fuera el origen remoto de mi liberalismo y mi pasión por la cultura francesa. Aquí, en Estados Unidos, y, en general en el mundo anglosajón, la palabra liberal tiene resonancias de izquierda y se identifica a veces con socialista y radical. En América latina y en España, donde la palabra liberal nació en el siglo XIX para designar a los rebeldes que luchaban contra las tropas de ocupación napeolónicas, en cambio, a mí me dicen liberal –o, lo que es más grave, neoliberal– para exorcizarme o descalificarme, porque la perversión política de nuestra semántica ha mutado el significado originario del vocablo –amante de la libertad, persona que se alza contra la opresión– reemplazándolo por la de conservador y reaccionario, es decir, algo que, en boca de un progresista, quiere decir cómplice de toda la explotación y las injusticias de que son víctimas los pobres del mundo.
Ahora bien, para complicar más las cosas, ni siquiera entre los propios liberales hay un acuerdo riguroso sobre lo que entendemos por aquello que decimos y queremos ser. Todos quienes han tenido ocasión de asistir a una conferencia o congreso de liberales saben que estas reuniones suelen ser muy divertidas, porque en ellas las discrepancias prevalecen sobre las coincidencias y porque, como ocurría con los trotskistas cuando todavía existían, cada liberal es, en sí mismo, potencialmente, una herejía y una secta.
Como el liberalismo no es una ideología, es decir, una religión laica y dogmática, sino una doctrina abierta que evoluciona y se pliega a la realidad en vez de tratar de forzar a la realidad a plegarse a ella, hay, entre los liberales, tendencias diversas y discrepancias profundas. Respecto a la religión, por ejemplo, o a los matrimonios gays, o al aborto, y, así, los liberales que, como yo, somos agnósticos, partidarios de separar a la Iglesia del Estado, y defendemos la descriminalización del aborto y el matrimonio homosexual, somos a veces criticados con dureza por otros liberales, que piensan en estos asuntos lo contrario que nosotros. Estas discrepancias son sanas y provechosas porque no violentan los presupuestos básicos del liberalismo que son la democracia política, la economía de mercado y la defensa del individuo frente al Estado.
Hay liberales, por ejemplo, que creen que la economía es el ámbito donde se resuelven todos los problemas y que el mercado libre es la panacea que soluciona desde la pobreza hasta el desempleo, la marginalidad y la exclusión social. Esos liberales, verdaderos logaritmos vivientes, han hecho a veces más daño a la causa de la libertad que los propios marxistas, los primeros propagadores de esa absurda tesis según la cual la economía es el motor de la historia de las naciones y el fundamento de la civilización. No es verdad. Lo que diferencia a la civilización de la barbarie son las ideas, la cultura, antes que la economía, y ésta, por sí sola, sin el sustento de aquella, puede producir sobre el papel óptimos resultados, pero no da sentido a la vida de las gentes, ni les ofrece razones para resistir la adversidad y sentirse solidarios y compasivos, ni las hace vivir en un entorno impregnado de humanidad.
Es la cultura, un cuerpo de ideas, creencias y costumbres compartidas –entre las que, desde luego, puede incluirse la religión–, la que da calor y vivifica la democracia y la que permite que la economía de mercado, con su carácter competitivo y su fría matemática de premios para el éxito y castigos para el fracaso, no degenere en una darwiniana batalla en la que –la frase es de Isaiah Berlin– “los lobos se coman a todos los corderos”. El mercado libre es el mejor mecanismo que existe para producir riqueza y, bien complementado con otras instituciones y usos de la cultura democrática, dispara el progreso material de una nación a los vertiginosos adelantos que sabemos. Pero es, también, un mecanismo implacable que, sin esa dimensión espiritual e intelectual que representa la cultura, puede reducir la vida a una feroz y egoísta lucha en la que sólo sobrevivirían los más fuertes. Pues bien, el liberal que yo trato de ser cree que la libertad es el valor supremo, ya que gracias a la libertad la humanidad ha podido progresar desde la caverna primitiva hasta el viaje a las estrellas y la revolución informática, desde las formas de asociación colectivista y despótica hasta la democracia representativa.
Los fundamentos de la libertad son la propiedad privada y el Estado de Derecho, el sistema que garantiza las menores formas de injusticia, que produce mayor progreso material y cultural, que más ataja la violencia y el que respeta más los derechos humanos. Para esa concepción del liberalismo, la libertad es una sola y la libertad política y la libertad económica son inseparables, como el anverso y el reverso de una medalla. Por no haberlo entendido así, han fracasado tantas veces los intentos democráticos en América latina.
Porque las democracias que comenzaban a alborear luego de las dictaduras respetaban la libertad política pero rechazaban la libertad económica, lo que, inevitablemente, producía más pobreza, ineficiencia y corrupción, o porque se instalaban gobiernos autoritarios, convencidos de que sólo un régimen de mano dura y represora podía garantizar el funcionamiento del mercado libre. Esta es una peligrosa falacia. Nunca ha sido así y por eso todas las dictaduras latinoamericanas “desarrollistas” fracasaron, porque no hay economía libre que funcione sin un sistema judicial independiente y eficiente ni reformas que tengan éxito si se emprenden sin la fiscalización y la crítica que sólo la democracia permite.
Democracia política y mercados libres son dos fundamentos capitales de una postura liberal. Pero, formuladas así, estas dos expresiones tienen algo de abstracto y algebraico, que las deshumaniza y aleja de la experiencia de las gentes comunes y corrientes. El liberalismo es más, mucho más que eso. Básicamente, es tolerancia y respeto a los demás, y, principalmente, a quien piensa distinto de nosotros, practica otras costumbres y adora otro dios o es un incrédulo. Aceptar esa coexistencia con el que es distinto ha sido el paso más extraordinario dado por los seres humanos en el camino de la civilización, una actitud o disposición que precedió a la democracia y la hizo posible, y contribuyó más que ningún descubrimiento científico o sistema filosófico a atenuar la violencia y el instinto de dominio y de muerte en las relaciones humanas. Y lo que despertó esa desconfianza natural hacia el poder, hacia todos los poderes, que es en los liberales algo así como nuestra segunda naturaleza.
No se puede prescindir del poder, claro está, salvo en las hermosas utopías de los anarquistas. Pero sí se puede frenarlo y contrapesarlo para que no se exceda, usurpe funciones que no le competen y arrolle al individuo, ese personaje al que los liberales consideramos la piedra miliar de la sociedad y cuyos derechos deben ser respetados y garantizados porque, si ellos se ven vulnerados, inevitablemente se desencadena una serie multiplicada y creciente de abusos que, como las ondas concéntricas, arrasan con la idea misma de la justicia social. La defensa del individuo es consecuencia natural de considerar a la libertad el valor individual y social por excelencia. Pues la libertad se mide en el seno de una sociedad por el margen de autonomía de que dispone el ciudadano para organizar su vida y realizar sus expectativas sin interferencias injustas, es decir, por aquella “libertad negativa”, como la llamó Isaiah Berlin en un célebre ensayo.
El colectivismo, inevitable en los primeros tiempos de la historia, cuando el individuo era sólo una parte de la tribu, que dependía del todo social para sobrevivir, fue declinando a medida que el progreso material e intelectual permitía al hombre dominar la naturaleza, vencer el miedo al trueno, a la fiera, a lo desconocido, y al otro, al que tenía otro color de piel, otra lengua y otras costumbres. Pero el colectivismo ha sobrevivido a lo largo de la historia, en esas doctrinas e ideologías que pretenden convertir la pertenencia de un individuo a una determinada colectividad en el valor supremo; la raza, por ejemplo, la clase social, la religión o la nación. Todas esas doctrinas colectivistas, el nazismo, el fascismo, los integrismos religiosos, el comunismo, son por eso los enemigos naturales de la libertad, y los más enconados adversarios de los liberales. En cada época, esa tara atávica, el colectivismo, asoma su horrible cara y amenaza con destruir la civilización y retrocedernos a la barbarie. Ayer se llamó fascismo y comunismo, hoy se llama nacionalismo y fundamentalismo religioso.
martes, octubre 20, 2009
¡ Qué nivel los K !
Los miembros más destacados de esta familia (…), obtuvieron buena parte de sus poderes simulando una astuta apariencia de gobierno popular; cuando deseaban adoptar medidas de dudosa aceptación, pasaban por la vana formalidad de solicitar el consenso del Parlamento; si se veían apremiados por la falta de fondos, procedían de modo que las apropiaciones parecieran dádivas de los representantes del pueblo. Durante sus respectivos gobiernos, la rama legislativa no pasó de la categoría de mito. Convocaron al Parlamento a intervalos irregulares y limitaron sus sesiones a brevísimos períodos, obstaculizaron las elecciones, llenaron las dos cámaras con favoritos incondicionales y adularon o ultrajaron a sus miembros según lo dictara la propia conveniencia. (*).
Cuando dentro de muchos años se escriba la historia de los K., bien podría ser este un resumen apretado de lo que fueron estos años. La curiosidad en este párrafo, sin embargo, es que la historia no aplica estos conceptos a los pingüinos, sino nada menos que a la dinastía de los reyes Tudor en Inglaterra, en los albores del Renacimiento. Con más precisión: Enrique VIII (1509-1547) e Isabel (1558-1603). Con estos dos reyes surgió lo que en la historia se conoce como el absolutismo.
(*) El despotismo en Inglaterra -Pág.499- ; Civilizaciones de Occidente – Edward McNall Burns.
Cuando dentro de muchos años se escriba la historia de los K., bien podría ser este un resumen apretado de lo que fueron estos años. La curiosidad en este párrafo, sin embargo, es que la historia no aplica estos conceptos a los pingüinos, sino nada menos que a la dinastía de los reyes Tudor en Inglaterra, en los albores del Renacimiento. Con más precisión: Enrique VIII (1509-1547) e Isabel (1558-1603). Con estos dos reyes surgió lo que en la historia se conoce como el absolutismo.
(*) El despotismo en Inglaterra -Pág.499- ; Civilizaciones de Occidente – Edward McNall Burns.
Lio está triste
Es fresco, acaso se enteraron: el Barcelona le está por dar unos días de vacaciones a Messi porque lo ve con bajo rendimiento después de haber intentado con la Selección. Algunas explicaciones sesudas sugieren que esta cuestión se debe a que está afectado por una suerte de estrellato demasiado repentino…la carne es débil y la cabeza no da. Otras explicaciones son más pedestres. Un lector que comentó la información sobre esas vacaciones sanadoras dijo algo así como que “Maradona convierte en mierda todo lo que toca”. Yo digo, una suerte de rey Midas, pero al revés.
Por lo que leo, me parece que esa opinión es más coincidente con la de los españoles. Y hay que reconocer algo: en la península a Messi lo consideran propio y tengo para mí que a los hinchas de allá le debe romper soberanamente las b… que juegue para nosotros. Jugar es una manera de decir.
No sé a quien le puede importar, pero me da que Messi también se debe sentir español. Por eso no festejó el gol contra Uruguay. Porque si la Argentina no clasificaba el zafaba elegantemente de la obligación de escuchar el himno uuuna y otra vez. El gol lo deprimió. Y ahora resulta que estamos en Sudáfrica 2010.
Esta vez no pasó como cuando volvió hecho unas campanillas después de las derrotas frente a Brasil y Paraguay. Jugó algunos partidos en Europa y la rompió.
Como se ha visto, en Barcelona no reparan en esfuerzos para tenerlo contento. Están convencidos de que Maradona lo malogra. Y no sería raro que si sigue triste lo convenzan de que se nacionalice y lo incorporen al combinado propio. Sería una movida muy dura pero no imposible. Además los españoles son candidatos y nunca ganaron un mundial. ¿No lo harían? Cosas peores pasan en el mundo.
19.10.2009
sábado, octubre 10, 2009
Merecen un escarmiento
Nunca estuve de acuerdo con convertir al fútbol en una cuestión de orgullo nacional. Pero hoy, en caliente, voy a hacer una excepción, después de ver las publicaciones peruanas sobre el partido que Argentina jugará con Perú, que poco menos que entienden como una gesta patriótica la eliminación de la selección nacional.
Y repasando la pobre performance del combinado que ahora conduce Maradona en la clasificación para el Mundial de Sudáfrica, he visto cómo aflora la alegría de los ciudadanos de los países latinoamericanos ante la lamentable adversidad de los argentinos. Que no solamente se expresa dramáticamente en los lugares de origen, sino en sus numerosas comunidades instaladas aquí.
Esto trasciende al fútbol. Expresa un desprecio visceral del que somos objeto, quizás de manera justificada por aquello de la señalada soberbia que los connacionales han ido expandiendo en sus incursiones latinoamericanas.
Sin embargo, y a pesar de la anécdota, la Argentina ha ido cobijando y lo hace aún, a multitudes de desplazados de esas sociedades que –sin restricciones- en la mayoría de los casos han venido a engrosar las legiones de desposeídos vernáculos.
Uno podría aspirar al menos a un poco de gratitud. Me consta, lo sé, que aquí en el Sur, no pocos chilenos no nacionalizados (como la mayoría de los miles que vive aquí) perciben ayudas estatales. Y quienes hayan transitado las universidades nacionales habrán podido ver cómo ciudadanos de todos esos países estudian gratis sin limitaciones para, luego de graduados, marchar formados intelectualmente a ejercer en sus lugares de origen. Los extranjeros cercanos han engrosado los niveles de pobreza en la Argentina y las situaciones de carencia en esas naciones latinoamericanas serían tal vez mucho más críticas de no existir esa generosidad argentina sin fronteras.
No se me escapa que acaso haya profundas raíces que explican –además de la soberbia anecdótica de unos pocos- el maltrato que nos dispensan. La historiografía local ha colocado a la Argentina mirando hacia Europa probablemente por más de un siglo, pero eso ya no es así desde hace mucho tiempo. En rigor, la Argentina ha venido proclamando con hechos la así llamada unidad latinoamericana, que los otros no honran.
No puedo olvidar una muestra muy contundente. El “loco” Bielsa está a punto de conducir a la selección chilena a competir en el Mundial de fútbol. Y por esa razón y los numerosos años de ausencia de la competencia grande del fútbol, los trasandinos lo han elevado prácticamente a la categoría de santidad. Y en una de esas expresiones he escuchado: “a pesar de que es argentino”.
Nadie ha leído las palabras de esta nota hasta ahora, pero me parece escuchar ya los elementales clamores por discriminación. Sin embargo me justifican las desagradables voces que provienen de más allá de las fronteras. No soy fan del Diego, pero merecen un escarmiento.
10-10-09 Día del partido Argentina-Perú por la clasificación a Sudáfrica.
Y repasando la pobre performance del combinado que ahora conduce Maradona en la clasificación para el Mundial de Sudáfrica, he visto cómo aflora la alegría de los ciudadanos de los países latinoamericanos ante la lamentable adversidad de los argentinos. Que no solamente se expresa dramáticamente en los lugares de origen, sino en sus numerosas comunidades instaladas aquí.
Esto trasciende al fútbol. Expresa un desprecio visceral del que somos objeto, quizás de manera justificada por aquello de la señalada soberbia que los connacionales han ido expandiendo en sus incursiones latinoamericanas.
Sin embargo, y a pesar de la anécdota, la Argentina ha ido cobijando y lo hace aún, a multitudes de desplazados de esas sociedades que –sin restricciones- en la mayoría de los casos han venido a engrosar las legiones de desposeídos vernáculos.
Uno podría aspirar al menos a un poco de gratitud. Me consta, lo sé, que aquí en el Sur, no pocos chilenos no nacionalizados (como la mayoría de los miles que vive aquí) perciben ayudas estatales. Y quienes hayan transitado las universidades nacionales habrán podido ver cómo ciudadanos de todos esos países estudian gratis sin limitaciones para, luego de graduados, marchar formados intelectualmente a ejercer en sus lugares de origen. Los extranjeros cercanos han engrosado los niveles de pobreza en la Argentina y las situaciones de carencia en esas naciones latinoamericanas serían tal vez mucho más críticas de no existir esa generosidad argentina sin fronteras.
No se me escapa que acaso haya profundas raíces que explican –además de la soberbia anecdótica de unos pocos- el maltrato que nos dispensan. La historiografía local ha colocado a la Argentina mirando hacia Europa probablemente por más de un siglo, pero eso ya no es así desde hace mucho tiempo. En rigor, la Argentina ha venido proclamando con hechos la así llamada unidad latinoamericana, que los otros no honran.
No puedo olvidar una muestra muy contundente. El “loco” Bielsa está a punto de conducir a la selección chilena a competir en el Mundial de fútbol. Y por esa razón y los numerosos años de ausencia de la competencia grande del fútbol, los trasandinos lo han elevado prácticamente a la categoría de santidad. Y en una de esas expresiones he escuchado: “a pesar de que es argentino”.
Nadie ha leído las palabras de esta nota hasta ahora, pero me parece escuchar ya los elementales clamores por discriminación. Sin embargo me justifican las desagradables voces que provienen de más allá de las fronteras. No soy fan del Diego, pero merecen un escarmiento.
10-10-09 Día del partido Argentina-Perú por la clasificación a Sudáfrica.
Discromatopsia
Para conocimiento de todos, resulta que a los tantos años vengo a descubrir que padezco de DISCROMATOPSIA, según me diagnosticó una oftalmóloga a la que concurrí para un examen por la renovación de la licencia de conducir. Esto viene a ser una variedad de daltonismo, para ponerlo sencillo. Según el test al que fui sometido durante 30 segundos (de un tal Ishihara), al parecer no distingo bien la dupla verde-rojo (Google por medio), lo que vendría a explicar los innumerables conflictos que he atravesado en las bocacalles con semáforos. Y las expresiones de sorpresa de las maestras cuando pintaba árboles, que deben haber lucido sangrientos.
La conclusión de la profesional me ha sumido en una tremenda confusión. Porque resulta entonces que todo el verde que veo a mi alrededor es rojo. La naturaleza es roja y los labios de mi mujer son verdes. ¿son entonces coloraditos los campos de fútbol? Y ¿la camiseta de Banfield es en realidad la de River, y al revés? ¿Habré estado hinchando para Banfield creyendo que era River? ¿Y cómo se explica que a River le digan la banda roja si en realidad es verde, aunque yo la vea roja y coincida mi apreciación con el saber popular?
¿Cómo haré en el futuro con las manzanas? No serán lo mismo tampoco los atados Marlboro. Mirá vos, así que son verdes. Peor todavía ¿qué es verde y qué es rojo? Es una pregunta filosófica que me asalta.
Escucho que a la gente de abolengo le dicen que tiene sangre azul. ¿El que lo definió padecía de alguna variedad de discromatopsia?. Y que me digan…es la sangre verde y también todo lo que está bajo la piel ? ¿No era que los extraterrestres son verdes?
Todo mi conocimiento del mundo se derrumba con el diagnóstico de la oftalmóloga. Ya no podré comer tomates, porque aprendí que cuando están rojos están maduros y verdes cuando no. Pero según la médica que estudió tantos años y el oriental Ishihara, yo lo veo al revés. Es decir que desafiando el conocimiento común los tomates serán maduros cuando yo los veo verdes (aunque sean intragables) y verdes cuando yo los veo rojos, jugosos y tentadores. Mnnnnn!!
Me queda una salida. Y también una recomendación: DUDAR DE LOS TESTS.
Y de paso, DUDAR TAMBIEN DE LOS MEDICOS.
10-10-09
La conclusión de la profesional me ha sumido en una tremenda confusión. Porque resulta entonces que todo el verde que veo a mi alrededor es rojo. La naturaleza es roja y los labios de mi mujer son verdes. ¿son entonces coloraditos los campos de fútbol? Y ¿la camiseta de Banfield es en realidad la de River, y al revés? ¿Habré estado hinchando para Banfield creyendo que era River? ¿Y cómo se explica que a River le digan la banda roja si en realidad es verde, aunque yo la vea roja y coincida mi apreciación con el saber popular?
¿Cómo haré en el futuro con las manzanas? No serán lo mismo tampoco los atados Marlboro. Mirá vos, así que son verdes. Peor todavía ¿qué es verde y qué es rojo? Es una pregunta filosófica que me asalta.
Escucho que a la gente de abolengo le dicen que tiene sangre azul. ¿El que lo definió padecía de alguna variedad de discromatopsia?. Y que me digan…es la sangre verde y también todo lo que está bajo la piel ? ¿No era que los extraterrestres son verdes?
Todo mi conocimiento del mundo se derrumba con el diagnóstico de la oftalmóloga. Ya no podré comer tomates, porque aprendí que cuando están rojos están maduros y verdes cuando no. Pero según la médica que estudió tantos años y el oriental Ishihara, yo lo veo al revés. Es decir que desafiando el conocimiento común los tomates serán maduros cuando yo los veo verdes (aunque sean intragables) y verdes cuando yo los veo rojos, jugosos y tentadores. Mnnnnn!!
Me queda una salida. Y también una recomendación: DUDAR DE LOS TESTS.
Y de paso, DUDAR TAMBIEN DE LOS MEDICOS.
10-10-09
miércoles, septiembre 16, 2009
Decepción
Si no hay más remedio que pelear, lo mejor es asegurarse de que el contrincante quede knock out. Porque si se le da una oportunidad, tal vez arremeta con renovada furia. Pasa siempre en el boxeo. Y en el cine de acción.
Si la oposición política en la Argentina hubiera considerado este simple precepto, le hubiera ahorrado al país este redivivo ímpetu kirchnerista por imponer su voluntad a toda costa.
Lo dijo el mismo Néstor, en su primera aparición pública, tras el exilio interno de un mes que le aplicó la derrota del 28 de junio. Frente a su habitual claque disparó: “me tendrían que haber acabado cuando pudieron”. Este concepto no solamente pulverizó el diálogo de ficción al que había convocado el gobierno, sino que además le dio una pista a la oposición acerca de cuál debería haber sido su actitud.
Porque la realidad fue otra muy distinta. Horas después de los comicios del 28 de junio, mientras celebraban el triunfo, varios dirigentes de la oposición minimizaron brutalmente el hecho de que aún por el término de casi seis meses, los Kirchner iban a disponer de mayorías absolutas en las dos cámaras del Congreso.
Fue Mariano Grondona el que le planteó esa previsible situación a Francisco de Narváez. La respuesta entonces fue “que la ciudadanía le había dicho basta a una forma de gobernar y los K no se iban a animar a dictar leyes si no lograban un nuevo estilo de consenso”. Confiaban ciegamente –y lo dijeron prácticamente todos- en la diáspora de legisladores del FpV. Otra idea subyacente era que resultaría complicado seguir adquiriendo voluntades, cuando el superávit fiscal se desmoronaba.
Aunque lo negara, la oposición terminó sosteniendo y haciéndose cargo de la hipotética falta de gobernabilidad. Mansos, fueron al diálogo artificial. Hubo hasta gestos vergonzosos, como el regalo del bandoneón de Macri a Cristina. Sólo Lilita Carrió tomó distancia de la Rosada. No se prestó a la farsa, por otra parte indudablemente previsible.
Después llegó la aprobación de la prórroga en la delegación de facultades y en estas horas el gobierno maniobra con ventaja en Diputados para aprobar la Ley de Medios, que dará espacio a instrumentos dudosos y seriamente cuestionados, que merecerían –como los críticos aducen- un tratamiento y un estudio más profundo que el que impusieron los K.
La oposición incurrió en un serio error de diagnóstico y comprometió la ventaja obtenida en la elección. ¿Se trató de simple ingenuidad política originada en la inexperiencia de algunos opositores?. ¿Temor a ser señalados como golpistas o destituyentes? O como surgía de las declaraciones edulcoradas, la necesidad de mostrar ante la ciudadanía un perfil respetuoso de las instituciones, que la diferenciara de las prácticas K.
Como siempre, probablemente haya de todo un poco en la actitud adoptada por la oposición tras las elecciones, uno de cuyos latiguillos fue “que el gobierno debía llegar al 2011”.
¿Pensaba la oposición de esa manera o íntimamente anhelaba un retiro adelantado por el desgaste que se habían autoinflingido los K? Porque aun cuando se trató de una elección de medio término, los que votaron contra el gobierno en las distintas franjas del arco opositor, aspiraban con seguridad a esta posibilidad. O al menos a que les fueran recortados drásticamente los márgenes de decisión.
Tal vez en el plazo de dos años efectivamente se cumpla la profecía de algunos políticos que preconizaban que los K debían hacerse cargo del desbarajuste que produjeron en el país y por eso Cristina debía finalizar el mandato. Hay razones para dudar. ¿No será entonces mayor el daño? Porque a la luz está que puede esperarse cualquier cosa en el marco de permanente zozobra en que han sumido los Kirchner al país.
Si la oposición política en la Argentina hubiera considerado este simple precepto, le hubiera ahorrado al país este redivivo ímpetu kirchnerista por imponer su voluntad a toda costa.
Lo dijo el mismo Néstor, en su primera aparición pública, tras el exilio interno de un mes que le aplicó la derrota del 28 de junio. Frente a su habitual claque disparó: “me tendrían que haber acabado cuando pudieron”. Este concepto no solamente pulverizó el diálogo de ficción al que había convocado el gobierno, sino que además le dio una pista a la oposición acerca de cuál debería haber sido su actitud.
Porque la realidad fue otra muy distinta. Horas después de los comicios del 28 de junio, mientras celebraban el triunfo, varios dirigentes de la oposición minimizaron brutalmente el hecho de que aún por el término de casi seis meses, los Kirchner iban a disponer de mayorías absolutas en las dos cámaras del Congreso.
Fue Mariano Grondona el que le planteó esa previsible situación a Francisco de Narváez. La respuesta entonces fue “que la ciudadanía le había dicho basta a una forma de gobernar y los K no se iban a animar a dictar leyes si no lograban un nuevo estilo de consenso”. Confiaban ciegamente –y lo dijeron prácticamente todos- en la diáspora de legisladores del FpV. Otra idea subyacente era que resultaría complicado seguir adquiriendo voluntades, cuando el superávit fiscal se desmoronaba.
Aunque lo negara, la oposición terminó sosteniendo y haciéndose cargo de la hipotética falta de gobernabilidad. Mansos, fueron al diálogo artificial. Hubo hasta gestos vergonzosos, como el regalo del bandoneón de Macri a Cristina. Sólo Lilita Carrió tomó distancia de la Rosada. No se prestó a la farsa, por otra parte indudablemente previsible.
Después llegó la aprobación de la prórroga en la delegación de facultades y en estas horas el gobierno maniobra con ventaja en Diputados para aprobar la Ley de Medios, que dará espacio a instrumentos dudosos y seriamente cuestionados, que merecerían –como los críticos aducen- un tratamiento y un estudio más profundo que el que impusieron los K.
La oposición incurrió en un serio error de diagnóstico y comprometió la ventaja obtenida en la elección. ¿Se trató de simple ingenuidad política originada en la inexperiencia de algunos opositores?. ¿Temor a ser señalados como golpistas o destituyentes? O como surgía de las declaraciones edulcoradas, la necesidad de mostrar ante la ciudadanía un perfil respetuoso de las instituciones, que la diferenciara de las prácticas K.
Como siempre, probablemente haya de todo un poco en la actitud adoptada por la oposición tras las elecciones, uno de cuyos latiguillos fue “que el gobierno debía llegar al 2011”.
¿Pensaba la oposición de esa manera o íntimamente anhelaba un retiro adelantado por el desgaste que se habían autoinflingido los K? Porque aun cuando se trató de una elección de medio término, los que votaron contra el gobierno en las distintas franjas del arco opositor, aspiraban con seguridad a esta posibilidad. O al menos a que les fueran recortados drásticamente los márgenes de decisión.
Tal vez en el plazo de dos años efectivamente se cumpla la profecía de algunos políticos que preconizaban que los K debían hacerse cargo del desbarajuste que produjeron en el país y por eso Cristina debía finalizar el mandato. Hay razones para dudar. ¿No será entonces mayor el daño? Porque a la luz está que puede esperarse cualquier cosa en el marco de permanente zozobra en que han sumido los Kirchner al país.
lunes, septiembre 14, 2009
Acorralado
Debía realizarse una reunión trascendental, para decidir el futuro de la Selección. Seguramente iba a haber reproches de alto calibre. Fue demasiado para la debilidad temperamental que aflige a Maradona por estos días, erosionado ya el exitismo que intentó generar con su presencia al frente del combinado. Sin avisar, se fue a Europa; no se sabe bien para qué, pero luce como una huída.
Es como para compadecerse. Como le sucede a los incondicionales de los Kirchner para justificar los desaciertos en que incurren, tampoco los incondicionales de Maradona aciertan a explicar o justificar las actitudes del ex - 10.
Como pedía en la entrada precedente, los periodistas se le animaron al mito. Quedan algunos. Resisten. Pero a medida que se conocen algunas intimidades es cada vez más difícil la defensa.
Lo que no terminan de admitir es que Maradona no quiere que lo ayuden. El sólo sabe manejarse entre la gloria y el fracaso. Y esto último es lo que va marcando los pasados últimos años. Intimamente sabe que ya fracasó al frente de la Selección. Su ego no admite tantas sucesivas derrotas. La diferencia ahora es que los resultados adversos no le infligen una herida solamente a su yo. Se metió con todos. Exaspera, apenas pensar que la selección no se clasifique al Mundial 2010.
Diego ha vivido al límite. Lleva todos sus actos al límite, al lugar donde el rescate es muy difícil. Se muestra agresivo y prepotente, pero es solamente una señal de la gigantesca debilidad que lo embarga. Acaso se dio cuenta del abismo que separa el juego en sí mismo de la dirección técnica y tomó nota de su incapacidad. Lástima que ha sido de la peor manera, poniendo en riesgo la clasificación.
Ahora, cuando las papas queman tomó el peor camino: escaparse. Pero no debe sorprender. Quedó preso de su exitismo y hace lo que siempre hizo: huir…de una manera o de otra, o de las dos.
Se va antes de que lo echen de cuerpo presente. Sólo el delgado hilo del recuerdo de sus hazañas lo sostiene. No puede permitirse el intento de ser rodeado por alguien que sabe y así le corta el camino a quienes todavía –aunque por interés personal, como Grondona- lo bancan.
Los jugadores convocados desde el exterior –ahora se sabe- tampoco lo apuntalan. Esa clase de apoyo es efímera. ¿Cómo saber si jugadores del medio local lo harán? . Ya están al tanto de que no hay charlas técnicas, que es incapaz de esbozar un planteo táctico. ¿Le creerán, si acaso su permanencia sobrevive a este conflicto y vuelve a la dirección técnica?
Repasando las actitudes de Maradona a lo largo del tiempo, puede inferirse que su principal preocupación hoy no debe ser cómo sacar a la Selección de las profundidades en las que se halla. Su mayor problema debe ser cómo sobrevivir usufructuando las glorias pasadas, sin entregar nada a cambio.
El estigma de su pasado en la drogadicción aún lo persigue. Ahora deberá seguramente sobrellevar otro, el de haber conducido al desastre a la Selección. Perdió el prestigio en el único medio donde todavía se sostenía su fama.
Huyó a Europa para ganar tiempo, incapaz de afrontar la situación que lo tiene como máximo responsable, aunque ciertamente no es el único.
Pero no hizo las cosas del todo mal, al menos para él. Tiene donde refugiarse si llega el caso del repudio masivo de los futboleros argentinos. Cuba, Bolivia o Venezuela, pueden ser destinos donde será recibido con los brazos abiertos. Curioso: algunos de los mismos lugares donde serían también abrazados los Kirchner. Claro, si tuviéramos la suerte de que decidieran resignar el gobierno.
Es como para compadecerse. Como le sucede a los incondicionales de los Kirchner para justificar los desaciertos en que incurren, tampoco los incondicionales de Maradona aciertan a explicar o justificar las actitudes del ex - 10.
Como pedía en la entrada precedente, los periodistas se le animaron al mito. Quedan algunos. Resisten. Pero a medida que se conocen algunas intimidades es cada vez más difícil la defensa.
Lo que no terminan de admitir es que Maradona no quiere que lo ayuden. El sólo sabe manejarse entre la gloria y el fracaso. Y esto último es lo que va marcando los pasados últimos años. Intimamente sabe que ya fracasó al frente de la Selección. Su ego no admite tantas sucesivas derrotas. La diferencia ahora es que los resultados adversos no le infligen una herida solamente a su yo. Se metió con todos. Exaspera, apenas pensar que la selección no se clasifique al Mundial 2010.
Diego ha vivido al límite. Lleva todos sus actos al límite, al lugar donde el rescate es muy difícil. Se muestra agresivo y prepotente, pero es solamente una señal de la gigantesca debilidad que lo embarga. Acaso se dio cuenta del abismo que separa el juego en sí mismo de la dirección técnica y tomó nota de su incapacidad. Lástima que ha sido de la peor manera, poniendo en riesgo la clasificación.
Ahora, cuando las papas queman tomó el peor camino: escaparse. Pero no debe sorprender. Quedó preso de su exitismo y hace lo que siempre hizo: huir…de una manera o de otra, o de las dos.
Se va antes de que lo echen de cuerpo presente. Sólo el delgado hilo del recuerdo de sus hazañas lo sostiene. No puede permitirse el intento de ser rodeado por alguien que sabe y así le corta el camino a quienes todavía –aunque por interés personal, como Grondona- lo bancan.
Los jugadores convocados desde el exterior –ahora se sabe- tampoco lo apuntalan. Esa clase de apoyo es efímera. ¿Cómo saber si jugadores del medio local lo harán? . Ya están al tanto de que no hay charlas técnicas, que es incapaz de esbozar un planteo táctico. ¿Le creerán, si acaso su permanencia sobrevive a este conflicto y vuelve a la dirección técnica?
Repasando las actitudes de Maradona a lo largo del tiempo, puede inferirse que su principal preocupación hoy no debe ser cómo sacar a la Selección de las profundidades en las que se halla. Su mayor problema debe ser cómo sobrevivir usufructuando las glorias pasadas, sin entregar nada a cambio.
El estigma de su pasado en la drogadicción aún lo persigue. Ahora deberá seguramente sobrellevar otro, el de haber conducido al desastre a la Selección. Perdió el prestigio en el único medio donde todavía se sostenía su fama.
Huyó a Europa para ganar tiempo, incapaz de afrontar la situación que lo tiene como máximo responsable, aunque ciertamente no es el único.
Pero no hizo las cosas del todo mal, al menos para él. Tiene donde refugiarse si llega el caso del repudio masivo de los futboleros argentinos. Cuba, Bolivia o Venezuela, pueden ser destinos donde será recibido con los brazos abiertos. Curioso: algunos de los mismos lugares donde serían también abrazados los Kirchner. Claro, si tuviéramos la suerte de que decidieran resignar el gobierno.
lunes, septiembre 07, 2009
Periodistas deportivos…despierten
Para quienes lo ignoran por una mera cuestión cronológica, no está de más recordar que supo haber en la Argentina un excelente periodista deportivo sumamente resistido por sus pares, que se destacó profesionalmente por su mirada crítica del ambiente futbolero. Fue Dante Panzeri, fallecido en 1978. Los que no saben de él pueden encontrar un reconocimiento a su trayectoria en: http://blogs.perfil.com/futbol/2008/04/14/homenaje-a-dante-panzeri/
Esta referencia viene a propósito del pobrísimo desempeño de la selección argentina de fútbol, que enfrenta la seria posibilidad de no clasificarse para el Mundial de 2010. Porque después de prestar alguna dedicación atenta a los programas deportivos de TV post derrota 3 a 1 frente a Brasil, encuentro que Panzeri hubiera resultado de extrema utilidad en estas circunstancias. Con toda seguridad ya desde antes hubiera estado ofreciendo una visión alternativa menos conformista que la que hoy campea en los medios de comunicación.
De hecho las cosas son tales que, antes que a los periodistas, vale mejor la pena observar las opiniones de la gente para obtener una dimensión más ajustada a la realidad, como anoté en la entrada anterior a ésta en el blog. Basta purificarlas un poco del fanatismo que rodea al fútbol y ahí se podrán hallar las pistas de los males que aquejan a este deporte y que, naturalmente, se extienden a la selección.
Como ya podrá intuirse, no se trata aquí de explorar si es necesario un nueve de área, o si Heinze y Zanetti deben o no jugar. Carezco de condiciones para examinar esa situación. Tengo mi opinión personal, pero es irrelevante.
La cuestión es cómo abordan las cuestiones esenciales los periodistas deportivos, de quienes se supone debe esperarse la mirada esclarecedora. Lo que nos conduce irremediablemente a una observación más amplia del periodismo estrictamente ligado al fútbol, cuya característica sobresaliente –casi sin excepciones- es la elusión de cualquier tema espinoso. Los periodistas de fútbol chapotean sobre la superficie de los temas apenas provistos de un snorkel. Detestan asumir el compromiso de las críticas buceando más profundo. Y si lo hacen se cuidan de no dar cuenta a su audiencia de lo oculto en las profundidades.
La gente común formula críticas ácidas y a veces justificadas sobre los periodistas en general, pero el periodismo futbolero está plagado de notables complicidades, compromisos y obsecuencias. Los defectos de los periodistas más renombrados de este rubro, parecen trasladarse incrementados a los nuevos cronistas, disfrazados de una falsa ecuanimidad profesional. A la hora de opinar o cuestionar se sumergen en aborrecibles circunloquios. Los programas de fútbol se convierten así en espacios de entretenimientos matizados por las excentricidades de sus integrantes, más que marcados por el afán de aportar claridad.
¿Quién ha visto cuestionar a un jugador, un técnico o un dirigente?, más allá de pequeñas anotaciones. Sólo se hace cuando la decadencia es irremediable. Lo que se dice, el árbol caído. O cuando está ausente la presunta sanción de la corporación futbolística que también integran los periodistas. Como es el caso de algún encarnizamiento con gente que se desempeña en el exterior.
En el ámbito de los medios gráficos al menos, con alguna injusticia el rubro deportivo ha sido visto como un género menor, no por contenido sino por la calidad exhibida por los periodistas. En realidad la mayor objeción debe provenir de los elementos apuntados.
Podría pensarse que, dado que con toda seguridad las páginas deportivas y los programas de TV y radio dedicados al fútbol concentran el mayor interés de la sociedad, los periodistas deberían estar cumpliendo su responsabilidad con mayor enjundia.
En este contexto desalentador sopla una brisa fresca. A medida que empiezan a transcurrir las horas desde la derrota frente a Brasil, ha comenzado a insinuarse una suerte de corriente sino crítica, al menos cuestionadora de la eficacia de Maradona como director técnico. Y a caballo de esa corriente nos enteramos, por ejemplo, de que la presencia inamovible de Heinze no se debería sino a que fue quien conspiró junto a Maradona para echar a Basile. La versión provino de Elio Rossi, de C5N, quien se ha erigido por estas horas en el principal cuestionador del celebérrimo 10. Y otros, menos notorios, empiezan a animarse, poniendo en tela de juicio al entrenador. Esto puede ser nomás un hecho puntual, explicable por la irritación que produce el riesgo cierto de que la Argentina no clasifique y acaso no perdure para abordar la realidad de manera permanente. Pero al menos es una muestra de que subsiste un atisbo de decencia.
Y para terminar, una reflexión que podría tomar algún periodista del ramo, si es que acaso llegara hasta estas líneas. ¿Han notado que Maradona nunca habla de fútbol en términos técnicos?
domingo, septiembre 06, 2009
Después del 3 a 1
Tenía una cantidad de ideas para volcar a esta entrada y me disponía a escribir sobre el papelón frente a Brasil. Antes hice una recorrida por las páginas web de los diarios y me encontré con una serie de comentarios de lectores indignados en Crítica Digital (que sumaban 264 cuando entré a la página). Los que se hayan asomado a este blog sabrán que no soy demasiado fan de las expresiones de los lectores. Pero esta vez quedé sorprendido. Muchos de ellos me habían quitado varios de mis argumentos. De manera que decidí hacer un trabajo verdaderamente periodístico: copiar y pegar algunas opiniones representativas de la mayoría. Esos comentaristas espontáneos me dejaron sin nada original para escribir. De hecho fueron más allá. Me limité entonces aquí, apenas, a dotarlas de alguna prolijidad ortográfica. Por lo demás, son textuales.
Opinión 1: La señora gorda que no entendía
Pregunto. Esa señora gorda con el pelo batido, aritos y botox en los labios era Maradona? Me parece que sí, cuando lo vi hacer la clásica seña de.. qué culo!!! con las dos manos después del gol de Brasil. Un papelón mas.
Opinión 2: La cuenta bancaria
Por Dios, siempre igual, terminamos aplaudiendo al rival, Diego basta de cuentos, llevate a esa manga de pechos fríos que lo único que les importa es su cuenta bancaria. Oh, qué casualidad! igual que una conocida Presidenta bananera, por qué será. Lamentable, Brasil jugó a media máquina y los petizos nuestros ni la veían. ¿Cuándo vamos a reconocer que no somos los mejores? Váyanse todos, hay que empezar a limpiar.
Opinión 3: Corrupción e ineficiencia
Sencillito y para entender sin esforzarse mucho. Los K los sostienen a Grondona y Grondona lo sostiene a Maradona. Complicidades que le dicen. Estos son los resultados cuando se juntan la corrupción y la ineficiencia. Así como nos va en el futbol nos va en todo. Culpables: los que sostienen con su voto a este poder político.
Opinión 4: El resultado esperado
Muchachos…la culpa no es del chancho, hay que mirar más arriba, léase Grondona. Todo es un circo inmundo donde entra Maradona, Grondona, la Secretaría de Deportes, el periodismo obsecuente, los chupamedias. Este es el resultado esperado.
Opinión 5: La mirada social
Argentina da verguenza hasta en el fútbol. El fútbol es el fiel reflejo de lo que nos pasa a nivel social, tenemos grandes jugadores pero carecemos de dirigentes aptos, El señor Maradona dejando de lado lo de jugador, da pena en todos los órdenes de la vida,y como premio lo nombran DT de la selección. Grondona mafioso!! A Messi lo tendríamos que dejar jugar con la remera del Barcelona debajo de la Argentina, así demuestra algo de lo que hace en España. ¡Basta! pongan un técnico que sepa de tácticas de fútbol; hace falta estudiar y trabajar todos los días para ir poniéndose competitivo.
Opinión 6: Los mejores del mundo
Lo mejor que nos puede pasar es que la selección no clasifique al Mundial, así el fútbol no tapa otras cosas; así se termina la mentira Maradona y Bilardo, así nos damos un sorbo de humildad y dejamos de creernos que somos los mejores del mundo. Las declaraciones de Maradona previas al partido diciendo prácticamente que era una guerra son de una bajeza y de una ignorancia tal que les digo la verdad, deseaba que la cosa terminara por más goles de diferencia. En cuanto a lo futbolístico?...Zanetti no puede jugar, a los centrales le falta muchísimo rodaje para jugar en la selección, Heinze es de terror, Dátolo tuvo la fortuna de hacer el gol, pero su desempeño fue malísimo, a Tevez hasta cuando le vamos a soportar eso del huevo. Con eso solo no se gana. Dénse cuenta, en lo futbolístico estamos a años luz de Brasil y en cuanto a lo político y social ni hablar. Me duele decirlo, pero ojalá no clasifiquemos al Mundial.
Opinión 7: Los goles secuestrados
Como dijo la Kretina; perdimos porque nos tienen los goles secuestrados, entonces que se los pidan a la Bonafini o a Clarín. Diego… sos un cararrota igual que los KK..Váyanse mentirosos, fracasados y mediocres!!
Opinión 8: Ya es suficiente
Gracias diego por los mundiales 86 y 90. Ya creo que te lo agradecimos sobradamente y con idolatría. Fuiste el mejor jugador argentino. Dios no existe y vos no sos Dios tampoco. Si tanto querés a la celeste y blanca, andáte y dale paso a un profesional. De paso lleváte a Grondona y sus contratitos, los dos pueden ir a la Casa Rosada a laburar porque son empleados del estado.
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miércoles, septiembre 02, 2009
Derrotados por el voto
Este comentario es de alcance limitado. Interesa, probablemente, sólo en Bariloche, donde por primera vez -creo- se puso en práctica el referéndum. El caso es que la convocatoria a la expresión popular por el Si o el No se debió a la instalación de un hipermercado de la cadena Wal Mart, más precisamente Chango Más.
Para terminar con la intriga, antes de las explicaciones pertinentes, digamos que triunfó el SI con un apabullante 85% y con una asistencia de votantes (el referéndum es obligatorio) del orden de 40%.
El proyecto es sumamente ambicioso por su magnitud y está destinado a instalarse en un predio que se encuentra enclavado en lo que se denomina aquí los barrios del Alto, el sector más pobre de la ciudad, alejado unos pocos kilómetros de las zonas que visitan los turistas; a excepción de quienes por auto se desplazan hacia El Bolsón.
El plan “imperialista” atravesó una serie de requisitos establecidos por la municipalidad, pero no sucedió igual entre los miembros del Concejo Deliberante. En el cuerpo y por fallo dividido –en medio de una gran polémica general y con bandos antagónicos vociferando en el recinto- el proyecto fue rechazado.
El argumento que batieron los detractores fue que Wal Mart pondría en marcha prácticas monopólicas y provocaría el cierre de los pequeños comercios de la región donde estaría asentado, generando desempleo.
Esta postura estaba matizada con consignas antiimperialistas de rigor en Bariloche e incluso se apeló a propagandas televisivas donde se denunciaba con material de archivo las prácticas indeseables a nivel mundial de la cadena de hipermercados.
En la otra vereda, los defensores del proyecto no eran otros que los potenciales beneficiarios del hiper: los propios vecinos de los barrios más alejados del centro, que enarbolaban argumentos irrebatibles: los precios de Wal Mart en el resto del país son sustancialmente inferiores a los vigentes en Bariloche en prácticamente todos los rubros en comparación con los de los supermercados existentes y, además, subrayaban el beneficio que suponía contar con un supermercado donde actualmente no los hay. No hicieron caso de las admoniciones sobre la pérdida de empleos. Como consumidores y como enseña la economía la defensa de Wal Mart suponía la posibilidad de un empleo más eficiente de sus ingresos.
La presión de la gente fue la que condujo a que se dispusiera más tarde el referéndum, porque estaba implícito en la negativa del Concejo que operaban fuerzas oscuras ligadas a unos pocos empresarios locales. Nunca dieron formalmente la cara (la cámara respectiva apenas expresó su oposición) y de fronting emplearon a bulliciosos emisarios del sindicato de empleados de comercio. Como sea, el argumento del desempleo potencial logró prender en la izquierda “progresista” vernácula, que manejando consignas y pocas ideas, asumió de facto la representación de los carenciados, que claramente despreciaron la ideología en una materia que los afectaba directamente. En suma que el yankees go home obtuvo una victoria parcial, apenas moderada por la decisión de los concejales de encargar un estudio económico que analizara el impacto potencial de la instalación de WM.
El estudio, sesudo, llegó y fue lapidario. No encontró evidencias (más bien todo lo contrario) de que Wal Mart planteara una actitud monopólica y dio por el piso con la objeción de que Bariloche no admitía una cadena de tales dimensiones. De la lectura surge que habrá más beneficios que perjuicios y éstos en todo caso son de improbable comprobación, dadas las características estructurales de los pequeños comercio de la zona del Alto. Y algo más: quienes sufrirán la instalación de Wal Mart son las cadenas de supermercados actuales ya instaladas.
Claro que cuando vieron los resultados del estudio, al parecer ni siquiera quienes los llevaban a cabo lograron aceptar por completo las ventajas que auguraba el híper. Culposos, entonces, alteraron no el contenido –inobjetable- sino la presentación, y destacaron “para la prensa” (sospechaban sin error que los periodistas no abordarían el mamotreto) algunos puntos que sugerían la inconveniencia de aprobar el plan de WM. Luego, en el desarrollo del trabajo, esas afirmaciones no eran convalidadas. Más bien lo opuesto.
Así la cuestión es como llegó el referendo vinculante, con el resultado apuntado al comienzo, que al día de hoy intenta ser tildado de anticonstitucional (¿?)
En otras palabras, Wal Mart puede instalarse y prometió inaugurar en el término de un año.
Y creo que hay dos aristas para rescatar de la votación o mejor dicho de su resultado. Una, que la negativa fue apenas respaldada por poco menos del 13% de los votantes. Y como se puede suponer de manera algo confiable –ya que estaban movilizados ideológicamente contra los yankees-, fueron todos a votar, o la mayoría de ellos. Y aquí quiero resaltar que a pesar de constituir una notable minoría, por un tiempo casi logran abortar el proyecto, contra la opinión mayoritaria de los vecinos que se expresó en forma contundente en la votación.
La otra arista está asociada a la primera y debe llevar a reflexionar –esto parece no acabarse nunca en la Argentina- acerca de cómo ciertas posiciones ideológicas que se plantean como meras consignas, están sustancialmente alejadas de las necesidades de la gente, aun cuando se arroguen el derecho implícito de representarlas.
Esto se expresa hoy con singular contundencia, porque el SI provino –y en eso no hay duda- en gran medida del sector de la población por quien el llamado progresismo bate más el parche de la defensa y que le dio la espalda.
Deberían reparar en las magníficas expresiones posteriores a la votación de gente de barrios humildes, que reflejaban con claridad cuáles intereses habían sido derrotados en el referendo, de los cuales los “progres” fueron instrumento.
Por eso, no cabe más que celebrar esta expresión de los ciudadanos.
Para terminar con la intriga, antes de las explicaciones pertinentes, digamos que triunfó el SI con un apabullante 85% y con una asistencia de votantes (el referéndum es obligatorio) del orden de 40%.
El proyecto es sumamente ambicioso por su magnitud y está destinado a instalarse en un predio que se encuentra enclavado en lo que se denomina aquí los barrios del Alto, el sector más pobre de la ciudad, alejado unos pocos kilómetros de las zonas que visitan los turistas; a excepción de quienes por auto se desplazan hacia El Bolsón.
El plan “imperialista” atravesó una serie de requisitos establecidos por la municipalidad, pero no sucedió igual entre los miembros del Concejo Deliberante. En el cuerpo y por fallo dividido –en medio de una gran polémica general y con bandos antagónicos vociferando en el recinto- el proyecto fue rechazado.
El argumento que batieron los detractores fue que Wal Mart pondría en marcha prácticas monopólicas y provocaría el cierre de los pequeños comercios de la región donde estaría asentado, generando desempleo.
Esta postura estaba matizada con consignas antiimperialistas de rigor en Bariloche e incluso se apeló a propagandas televisivas donde se denunciaba con material de archivo las prácticas indeseables a nivel mundial de la cadena de hipermercados.
En la otra vereda, los defensores del proyecto no eran otros que los potenciales beneficiarios del hiper: los propios vecinos de los barrios más alejados del centro, que enarbolaban argumentos irrebatibles: los precios de Wal Mart en el resto del país son sustancialmente inferiores a los vigentes en Bariloche en prácticamente todos los rubros en comparación con los de los supermercados existentes y, además, subrayaban el beneficio que suponía contar con un supermercado donde actualmente no los hay. No hicieron caso de las admoniciones sobre la pérdida de empleos. Como consumidores y como enseña la economía la defensa de Wal Mart suponía la posibilidad de un empleo más eficiente de sus ingresos.
La presión de la gente fue la que condujo a que se dispusiera más tarde el referéndum, porque estaba implícito en la negativa del Concejo que operaban fuerzas oscuras ligadas a unos pocos empresarios locales. Nunca dieron formalmente la cara (la cámara respectiva apenas expresó su oposición) y de fronting emplearon a bulliciosos emisarios del sindicato de empleados de comercio. Como sea, el argumento del desempleo potencial logró prender en la izquierda “progresista” vernácula, que manejando consignas y pocas ideas, asumió de facto la representación de los carenciados, que claramente despreciaron la ideología en una materia que los afectaba directamente. En suma que el yankees go home obtuvo una victoria parcial, apenas moderada por la decisión de los concejales de encargar un estudio económico que analizara el impacto potencial de la instalación de WM.
El estudio, sesudo, llegó y fue lapidario. No encontró evidencias (más bien todo lo contrario) de que Wal Mart planteara una actitud monopólica y dio por el piso con la objeción de que Bariloche no admitía una cadena de tales dimensiones. De la lectura surge que habrá más beneficios que perjuicios y éstos en todo caso son de improbable comprobación, dadas las características estructurales de los pequeños comercio de la zona del Alto. Y algo más: quienes sufrirán la instalación de Wal Mart son las cadenas de supermercados actuales ya instaladas.
Claro que cuando vieron los resultados del estudio, al parecer ni siquiera quienes los llevaban a cabo lograron aceptar por completo las ventajas que auguraba el híper. Culposos, entonces, alteraron no el contenido –inobjetable- sino la presentación, y destacaron “para la prensa” (sospechaban sin error que los periodistas no abordarían el mamotreto) algunos puntos que sugerían la inconveniencia de aprobar el plan de WM. Luego, en el desarrollo del trabajo, esas afirmaciones no eran convalidadas. Más bien lo opuesto.
Así la cuestión es como llegó el referendo vinculante, con el resultado apuntado al comienzo, que al día de hoy intenta ser tildado de anticonstitucional (¿?)
En otras palabras, Wal Mart puede instalarse y prometió inaugurar en el término de un año.
Y creo que hay dos aristas para rescatar de la votación o mejor dicho de su resultado. Una, que la negativa fue apenas respaldada por poco menos del 13% de los votantes. Y como se puede suponer de manera algo confiable –ya que estaban movilizados ideológicamente contra los yankees-, fueron todos a votar, o la mayoría de ellos. Y aquí quiero resaltar que a pesar de constituir una notable minoría, por un tiempo casi logran abortar el proyecto, contra la opinión mayoritaria de los vecinos que se expresó en forma contundente en la votación.
La otra arista está asociada a la primera y debe llevar a reflexionar –esto parece no acabarse nunca en la Argentina- acerca de cómo ciertas posiciones ideológicas que se plantean como meras consignas, están sustancialmente alejadas de las necesidades de la gente, aun cuando se arroguen el derecho implícito de representarlas.
Esto se expresa hoy con singular contundencia, porque el SI provino –y en eso no hay duda- en gran medida del sector de la población por quien el llamado progresismo bate más el parche de la defensa y que le dio la espalda.
Deberían reparar en las magníficas expresiones posteriores a la votación de gente de barrios humildes, que reflejaban con claridad cuáles intereses habían sido derrotados en el referendo, de los cuales los “progres” fueron instrumento.
Por eso, no cabe más que celebrar esta expresión de los ciudadanos.
miércoles, agosto 26, 2009
Convengamos...
Por ser amable y seguro porque no había mejor cosa que hacer, una calurosa noche de verano me detuve a conversar con el encargado de un hotel de Mina Clavero, que intentaba amainar la canícula tomando el fresco sentado en la puerta del hospedaje. Fue una charla de ocasión. Excepto por su frase final. El encargado se levantó, asió la silla por el respaldo y soltó titubeante… “es tarde, yo…fundamentalmente, me voy a dormir”. Una curiosa despedida, por lo de fundamentalmente, quiero decir, que me quedó grabada de manera indeleble.
Porque ese adverbio de modo ha sido abusado en el lenguaje coloquial –lo es en general todavía- , en un intento por dotar a pobres discursos de alguna respetabilidad.
Las modas idiomáticas suelen arrastrarnos a todos como una corriente indomable y a veces es difícil no resultar contaminados por el uso que hace la gente de giros y vocablos, que se imponen por la repetición.
El idioma tardó años en desprenderse de una expresión que era empleada en los `70 hasta el hartazgo… “a nivel de…”. Por lo común se hablaba de : “a nivel de pareja”. Cierta vez le objeté el uso de la expresión a un amigo y ofuscado me respondió: “y cómo vamos a saber entonces de a qué nivel hablamos”. La tautología abatió por un momento cualquier respuesta de mi parte. Al fin, le recordé como para cerrar la cuestión que la comunicación por siglos no había requerido de nivel de.
Como el “nada” de los discursos actuales, útil para cerrar conceptos vacíos, a nivel de solía erigirse en el comienzo de alguna reflexión intrascendente.
Resulta maravilloso cómo el empleo de una expresión impuesta por la moda logra ajustarse a todo tipo de discurso, cualquiera sea el tema o la condición de quienes exponen. El más actual abuso de ese sorprendente empleo es el… Convengamos. Con un poco de atención se puede verificar que aparece ahora como introducción obligada en el intercambio de opiniones, sean o no contradictorias. En realidad si uno se atiene al significado estricto operaría como el preámbulo para cerrar una discusión. Si todos convenimos, para qué seguir hablando. Pero no se usa en ese sentido. Parece que disfraza a los argumentos de cierta solemnidad inteligente, respetable.
Hay otro abuso común. Las cosas ya no suceden o deben hacerlo de manera adecuada o conveniente, o como se espera, sino en tiempo y forma. Es intrigante de dónde proviene esta expresión dotada de extrema vaguedad, valga decirlo.
La moda en sí misma es poco preocupante para el idioma, porque su condición la agota. En lo personal me sustraigo, pero admito que redunda en algún desaliento.
Alguien menos purista tendría derecho a contradecirme. Al fin y al cabo… Nada. Convengamos que a nivel de idioma, fundamentalmente lo que importa es que las palabras se empleen en tiempo y forma.
Porque ese adverbio de modo ha sido abusado en el lenguaje coloquial –lo es en general todavía- , en un intento por dotar a pobres discursos de alguna respetabilidad.
Las modas idiomáticas suelen arrastrarnos a todos como una corriente indomable y a veces es difícil no resultar contaminados por el uso que hace la gente de giros y vocablos, que se imponen por la repetición.
El idioma tardó años en desprenderse de una expresión que era empleada en los `70 hasta el hartazgo… “a nivel de…”. Por lo común se hablaba de : “a nivel de pareja”. Cierta vez le objeté el uso de la expresión a un amigo y ofuscado me respondió: “y cómo vamos a saber entonces de a qué nivel hablamos”. La tautología abatió por un momento cualquier respuesta de mi parte. Al fin, le recordé como para cerrar la cuestión que la comunicación por siglos no había requerido de nivel de.
Como el “nada” de los discursos actuales, útil para cerrar conceptos vacíos, a nivel de solía erigirse en el comienzo de alguna reflexión intrascendente.
Resulta maravilloso cómo el empleo de una expresión impuesta por la moda logra ajustarse a todo tipo de discurso, cualquiera sea el tema o la condición de quienes exponen. El más actual abuso de ese sorprendente empleo es el… Convengamos. Con un poco de atención se puede verificar que aparece ahora como introducción obligada en el intercambio de opiniones, sean o no contradictorias. En realidad si uno se atiene al significado estricto operaría como el preámbulo para cerrar una discusión. Si todos convenimos, para qué seguir hablando. Pero no se usa en ese sentido. Parece que disfraza a los argumentos de cierta solemnidad inteligente, respetable.
Hay otro abuso común. Las cosas ya no suceden o deben hacerlo de manera adecuada o conveniente, o como se espera, sino en tiempo y forma. Es intrigante de dónde proviene esta expresión dotada de extrema vaguedad, valga decirlo.
La moda en sí misma es poco preocupante para el idioma, porque su condición la agota. En lo personal me sustraigo, pero admito que redunda en algún desaliento.
Alguien menos purista tendría derecho a contradecirme. Al fin y al cabo… Nada. Convengamos que a nivel de idioma, fundamentalmente lo que importa es que las palabras se empleen en tiempo y forma.
jueves, agosto 20, 2009
El pecado de Jennifer López
El periodismo tiene estas cosas irritantes. A menudo la selección de noticias suele ser profesionalmente pobre. Un caso inmediato es la confesión de la actriz y cantante Jennifer López que adquirió una inusitada repercusión en los medios. Como parte de una entrevista más extensa, J.L. admitió sin pudor y sin pena, que tiene fobia a la informática y no sabe operar computadoras. Internet catapultó la novedad en los portales y hasta llegó a la televisión.
El primero y más vulgar comentario es que la noticia que rescataron los medios de esa entrevista es simple y llanamente una gansada, por no abandonar alguna elegancia. Primero digamos lo obvio. Qué hay de llamativo en que a alguien le interese o no la informática y sus habilidades con Internet. Sólo tendría el valor de una noticia –un notición en verdad- si el personaje involucrado fuera Bill Gates, por ir a un extremo.
Lo que emerge, tras la obvio, es que el estupor se originó en que de la confesión se infería que para Jennifer, Internet es un mundo superfluo. ¡Pecado imperdonable!
Y este nuevo aspecto sí es significativo, porque viene a dar indicios sobre de qué manera la irrupción desconcertante de la informática en todos sus niveles, ha trastornado a los individuos en torno a la esencia del conocimiento.
Para ir aclarando, digamos que no es lo mismo ser un mero “consultador” de correos electrónicos, chatear y operar un procesador de texto o programas que bajen música o videos, que estar en condiciones de escudriñar los secretos que esconde la tecnología. La mayoría formamos parte de la primera categoría y nos aprovechamos en nuestros ejercicios frente a la PC de los desarrollos logrados por el segundo grupo. Está bien que sea así. La informática es ya una ciencia suficientemente complicada como para que todos accedamos a sus misterios más íntimos. Desde este ángulo se podría afirmar entonces que la diferencia entre Jennifer – que no sabe de computadoras- y los expertos, es más o menos la misma que la que nos distancia a todos los que nos valemos de la PC para alguna tarea.
Hay por aquí una situación extravagante que nadie atina a abordar, tal vez porque choca con los principios mismos sobre los que se basa el exitismo asociado a Internet.
La generalización en su uso ha dejado a nuestro alcance –pobres y simples operadores-, la posibilidad de obtener información de maneras nunca antes conocidas. Me refiero más a la rapidez que al contenido. ¿Cómo podría ser esto inconveniente en algún sentido? Al fin y al cabo en la era de información esa característica es la que parece adquirir mayor relieve, lo que se ha validado como una suerte de democratización del conocimiento.
Es cierto, hay algo de eso. Pero por qué no reparar en el empleo que se hace de estas nuevas opciones que brinda la tecnología. En lo que se ha denominado la Web 2.0, esto es, la proliferación de las redes sociales y el intercambio que en ella se produce, es más que difícil hallar elementos valiosos. Sino véanse los contenidos que ofrece Facebook o la mayoría absoluta de los blogs (como éste) que cualquiera puede crear con sencillez para colocar ahí lo que se le antoje. O baste recorrer los comentarios de las noticias en las páginas de los diarios en Internet. Están plagados de lugares comunes, ignorancia, agresividad, y una infinita incapacidad reflexiva. Como dirían en el barrio: cualquier pelandrún se atreve a opinar de las maneras más disparatadas y a veces hasta entablar polémicas con reconocidos pensadores.
En tren de abundar, mencionemos que Wikipedia se ha convertido en el lugar obligado de consultas. Es sin duda un recurso interesante, algo así como una guía rápida para acceder a información que a menudo lo salva a uno de un apuro, acaso de una falla de la memoria. Sin embargo, frecuentemente es empleado como el reservorio de la suma del conocimiento por los operadores orgullosos de sus habilidades frente al teclado.
Con frecuencia, algunos textos de Internet mencionan un concepto cualquiera y luego lo convalidan aludiendo a Wikipedia como su origen, como si se tratara de haber recorrido las páginas de la Enciclopedia Británica.
He visto hace poco en una web de Bariloche, el texto de un individuo que para justificar la agresividad y el tono descalificador de sus interminables y desesperantes escritos, no dudó en trepar a las alturas de Einstein, parafraseando una de las afirmaciones del genio de la física. Semejante atrevimiento –que no es inusual- sólo fue posible por la combinación de una exasperante ausencia de reflexividad y el acceso irrestricto a digestos simplificadores de los que abundan en la red. Sin Internet de por medio, el personaje en cuestión nos hubiera hecho el favor de privarnos de su “delicado ingenio”, que por ausencia de musa propia toma prestados conceptos a la carta para intentar sorprendernos con su falsa sapiencia. Esto no es un recurso nuevo, pero ahora se ha generalizado a expensas de Internet.
La cuestión es que hay un abismo entre saber y apropiarse de información al instante.
Por eso, no debemos sumarnos al sobresalto que les produce a algunos la confesión de Jennifer López y dejémonos sí sorprender por sus virtudes artísticas. Esas sí que son difíciles.
Raúl Clauso
20 de agosto de 2009
El primero y más vulgar comentario es que la noticia que rescataron los medios de esa entrevista es simple y llanamente una gansada, por no abandonar alguna elegancia. Primero digamos lo obvio. Qué hay de llamativo en que a alguien le interese o no la informática y sus habilidades con Internet. Sólo tendría el valor de una noticia –un notición en verdad- si el personaje involucrado fuera Bill Gates, por ir a un extremo.
Lo que emerge, tras la obvio, es que el estupor se originó en que de la confesión se infería que para Jennifer, Internet es un mundo superfluo. ¡Pecado imperdonable!
Y este nuevo aspecto sí es significativo, porque viene a dar indicios sobre de qué manera la irrupción desconcertante de la informática en todos sus niveles, ha trastornado a los individuos en torno a la esencia del conocimiento.
Para ir aclarando, digamos que no es lo mismo ser un mero “consultador” de correos electrónicos, chatear y operar un procesador de texto o programas que bajen música o videos, que estar en condiciones de escudriñar los secretos que esconde la tecnología. La mayoría formamos parte de la primera categoría y nos aprovechamos en nuestros ejercicios frente a la PC de los desarrollos logrados por el segundo grupo. Está bien que sea así. La informática es ya una ciencia suficientemente complicada como para que todos accedamos a sus misterios más íntimos. Desde este ángulo se podría afirmar entonces que la diferencia entre Jennifer – que no sabe de computadoras- y los expertos, es más o menos la misma que la que nos distancia a todos los que nos valemos de la PC para alguna tarea.
Hay por aquí una situación extravagante que nadie atina a abordar, tal vez porque choca con los principios mismos sobre los que se basa el exitismo asociado a Internet.
La generalización en su uso ha dejado a nuestro alcance –pobres y simples operadores-, la posibilidad de obtener información de maneras nunca antes conocidas. Me refiero más a la rapidez que al contenido. ¿Cómo podría ser esto inconveniente en algún sentido? Al fin y al cabo en la era de información esa característica es la que parece adquirir mayor relieve, lo que se ha validado como una suerte de democratización del conocimiento.
Es cierto, hay algo de eso. Pero por qué no reparar en el empleo que se hace de estas nuevas opciones que brinda la tecnología. En lo que se ha denominado la Web 2.0, esto es, la proliferación de las redes sociales y el intercambio que en ella se produce, es más que difícil hallar elementos valiosos. Sino véanse los contenidos que ofrece Facebook o la mayoría absoluta de los blogs (como éste) que cualquiera puede crear con sencillez para colocar ahí lo que se le antoje. O baste recorrer los comentarios de las noticias en las páginas de los diarios en Internet. Están plagados de lugares comunes, ignorancia, agresividad, y una infinita incapacidad reflexiva. Como dirían en el barrio: cualquier pelandrún se atreve a opinar de las maneras más disparatadas y a veces hasta entablar polémicas con reconocidos pensadores.
En tren de abundar, mencionemos que Wikipedia se ha convertido en el lugar obligado de consultas. Es sin duda un recurso interesante, algo así como una guía rápida para acceder a información que a menudo lo salva a uno de un apuro, acaso de una falla de la memoria. Sin embargo, frecuentemente es empleado como el reservorio de la suma del conocimiento por los operadores orgullosos de sus habilidades frente al teclado.
Con frecuencia, algunos textos de Internet mencionan un concepto cualquiera y luego lo convalidan aludiendo a Wikipedia como su origen, como si se tratara de haber recorrido las páginas de la Enciclopedia Británica.
He visto hace poco en una web de Bariloche, el texto de un individuo que para justificar la agresividad y el tono descalificador de sus interminables y desesperantes escritos, no dudó en trepar a las alturas de Einstein, parafraseando una de las afirmaciones del genio de la física. Semejante atrevimiento –que no es inusual- sólo fue posible por la combinación de una exasperante ausencia de reflexividad y el acceso irrestricto a digestos simplificadores de los que abundan en la red. Sin Internet de por medio, el personaje en cuestión nos hubiera hecho el favor de privarnos de su “delicado ingenio”, que por ausencia de musa propia toma prestados conceptos a la carta para intentar sorprendernos con su falsa sapiencia. Esto no es un recurso nuevo, pero ahora se ha generalizado a expensas de Internet.
La cuestión es que hay un abismo entre saber y apropiarse de información al instante.
Por eso, no debemos sumarnos al sobresalto que les produce a algunos la confesión de Jennifer López y dejémonos sí sorprender por sus virtudes artísticas. Esas sí que son difíciles.
Raúl Clauso
20 de agosto de 2009
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