miércoles, octubre 10, 2007

El revoltijo peronistas-radicales

El mundo de la política argentina es bizarro. Elijo este adjetivo cuyo uso se ha popularizado; y quiero sintetizar que es increíble, inconcebible, asombroso, inaudito, insólito, extravagante, etc.
Vean estas declaraciones extraídas del discurso pronunciado ayer de un candidato a presidente para las próximas elecciones del 28.

"No tengo vergüenza de decir que soy peronista"
“No nos avergüenza seguir teniendo como líder a Juan Domingo Perón”
“Se puede ser peronista compartiendo un proyecto con argentinos de otros signos políticos y muchos ciudadanos independientes”.
“El candidato a Presidente manifestó que entre los principales lineamientos del pensamiento de Perón y “como enseñó San Martín: serás lo que debas ser y sino no serás nada; del mismo modo, el peronismo debe volver a ser un signo de justicia social para los argentinos, sino no será nada”.
“Señaló que “de regreso al país, a principio de la década del ‘70, Perón acuñó la idea de que “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, como símbolo de unidad nacional y visión de futuro, enterando las disputas entre argentinos” por ello “el abrazo Perón-Balbín simbolizó, en lo político, el anhelo de la concordia nacional”.

Podrán preguntarse ¿qué tienen de particular? Provienen claramente de un político peronista en plena campaña. Y en efecto es así, pero lo bizarro es que este individuo, Roberto Lavagna, es candidato por Concertación UNA, una agrupación donde la base es el partido Radical.
Para decirlo derechamente: el candidato radical es peronista y critica en esas frases - aludiendo a través de metamensajes-, al kirchnerismo, al que acusa de haber perdido sus raíces. El kirchnerismo formó la alianza Frente para la Victoria con un sector dominante del radicalismo, ahora como se ve, escindido. Pero además en estas declaraciones formuladas en oportunidad del 112º aniversario del natalicio de Juan Domingo Perón, emplea el mismo argumento que esgrime por estos días otro candidato, también peronista o justicialista: Alberto Rodríguez Saá. Y para colmo, Lavagna, quien hoy reniega de los Kirchner, fue su ministro de Economía entre 2003 y 2005.

A modo de síntesis y para que se puedan ver las opciones dominantes que enfrenta el electorado:

Concertación UNA : agrupación con la base del partido radical histórico que lleva como candidato a Roberto Lavagna, peronista del riñón de otro, Eduardo Duhalde, que fue quien sostuvo la candidatura de Néstor Kirchner.

Frente para la Victoria: el kirchnerismo. Construido sobre la base de un dudoso peronismo de izquierda; de derecha, el duhaldismo, con el apoyo de otro sector del Partido Radical. La candidata es Cristina Kirchner y a vicepresidente el radical Cobos, gobernador de la provincia de Mendoza.

Partido Justicialista: También construido sobre la base de la derecha peronista y con el apoyo del ex presidente Carlos Menem, lleva como candidato a Rodríguez Saá, gobernador de la provincia de San Luis.

Coalición Cívica: una agrupación liderada por Elisa Carrió, fundadora del partido ARI –al cual renunció para crear CC-, e integrante en el pasado también del radicalismo, en su vertiente de centroizquierda.

PRO: una agrupación política que lleva como candidato a López Murphy, hasta 2001 integrante también del radicalismo, pero al contrario de Carrió de la vertiente de derecha.

La mayoría de los votos va a agruparse en torno a esos cinco partidos. Y la conclusión contundente es que, sobre todo en los primeros tres, se trata de un revoltijo que ha coagulado en fracciones de las cuales no se sabe qué esperar. Porque quienes componen el liderazgo de esos partidos carecen de estructura ideológica y solamente los aglutina la conveniencia transitoria del poder. De la misma forma que transitan ente una y otra agrupación, mutan a la hora de las promesas que le formulan a los ciudadanos. En rigor no se sienten responsables, porque carecen de pertenencia. No tienen principios que preconizar, apenas unas pocas consignas gastadas, que tan pronto pueden defender desde un lugar o de otro. Lo dicho, un revoltijo.