miércoles, octubre 24, 2007

Para no creer…Cristina dio una entrevista

Ha ocurrido un milagro. Cristina Kirchner se avino a descender del trono y concedió una entrevista periodística. Sin limitaciones, sin restricción alguna, sin censura. “Esto va para los que la critican por su negativa a confrontar al periodismo”, habrán dicho envalentonados en el gobierno.
Si esta suposición acierta con la verdad, en el gobierno no podrían estar más equivocados, porque lo único que han logrado es convalidar la presunción de que hay una patológica renuencia de la candidata a someter sus ideas ante alguien dispuesto a retrucar.
El hecho es que para la entrevista aludida fue elegida de, entre muchos otros cuyas solicitudes se acumulaban en la casilla de mails, una periodista de trayectoria, pero cuya especialidad no es ni la política, ni la economía, y se destaca más en la conducción de noticieros que en la crítica del poder o en la agudeza de sus análisis, y pertenece a un grupo periodístico que no ha exhibido una posición de enfrentamiento con el gobierno.
Estas precondiciones que alentaron el encuentro, quedaron expuestas a la luz en el resultado de la entrevista, que debió trasmitirse en un horario de difusión previamente acordado. Fue sosa, no tocó mayormente cuestiones espinosas y cuando lo hizo, la periodista no apeló a profundizar en los temas. Por ejemplo, cuando la candidata defendió el indefendible cálculo del índice de precios o sostuvo ligera de memoria que la Argentina necesita aumentar la inversión, cuando es de dominio público en los círculos económicos que el dudoso apego a la legalidad y las reglas de juego establecidas, están entre las principales causas de la resistencia de los empresarios a invertir en la Argentina.
No es culpa de la periodista. Con las mismas armas viene desarrollando una serie de breves encuentros televisivos con otros candidatos para el próximo domingo, en los que apenas sobrevuela los temas, como cumpliendo con el rito preeleccionario de mostrarle a la audiencia las distintas alternativas.
Pero como si no bastara para componer el escenario de restricciones a la prensa y como vehículo de confrontación de ideas y propuestas, vale la pena reparar en que el encuentro con la candidata se realizó en un despacho, no estrictamente a solas, como debiera ser, sino que se montó una ficción donde participaban de la entrevista dos personas, pero detrás de una de ellas –la periodista- se reunía, intimidante, una pequeña multitud de funcionarios del gobierno.
Dijo la periodista que no se establecieron límites previos al contenido de las preguntas, pero sin embargo debe haber sentido la presión de esa presencia ominosa de funcionarios escrutadores, dado que fue ella misma quien relató después el marco en que se llevó a cabo el encuentro. Quedará por esclarecer si tal gentío lo usó Cristina para fortalecerse en una práctica desconocida, o fue dispuesta para amedrentar a la periodista.
Mientras tanto, montones de periodistas que pondrían en dificultades a la aspirante a heredera siguen esperando su oportunidad. También los otros candidatos. Ese tiempo no llegará.