domingo, septiembre 23, 2007

Cristina en Nueva York

Los análisis políticos minuciosos acerca de cómo administra el matrimonio Kirchner sus decisiones no tienen destino. Tanto el presidente como su esposa mostraron sin pudor un doble discurso irritante a lo largo de los últimos cuatro años. Ese comportamiento ha sido sintetizado como… hablar por izquierda, pero decidir por derecha. Esa certidumbre ha conducido a que obtuvieran el apoyo y la adhesión de algunos de los sectores más poderosos de la economía, que pasaron por alto las proclamas públicas de barricada, ante la evidencia de decisiones favorables a sus intereses en la intimidad de las negociaciones.
Kirchner cimentó en apariencia una sólida amistad e identidad de intereses con el bolivariano Hugo Chávez, con el movimiento indigenista de Evo Morales en Bolivia y con el aliado chavista de Ecuador, Rafael Correa, que acaba de visitar Buenos Aires expresando sus coincidencias antiimperialistas.
Pero esa tónica de política exterior, matizada siempre con declaraciones altisonantes, no obsta para que el matrimonio busque el apoyo de los inversores entre los países desarrollados a los que fustiga permanentemente.
Como se sabe, Cristina ha visitado Europa en los últimos días en su peregrinaje de instalación internacional previo a las elecciones donde se presenta como candidata a presidente. Estuvo en el viejo continente pidiendo confianza de los inversores en su potencial próxima gestión, una pretensión algo desmedida considerando el dudoso apego a la legalidad que han mostrado tanto ella como su marido.
Ahora juntos inician un periplo por Nueva York, hacia donde los conduce el mismo propósito. Pero esta vez es mucho más emblemático porque la mendicación es en la escalinata del templo mismo de las finanzas internacionales. Es cierto que no hay previstos encuentros en los ámbitos estrictamente republicanos, y algunos de ellos estarán teñidos de cierta identidad con sus proclamas domésticas. Pero no hay que engañarse, los Estados Unidos son lo que son y atienden prioritariamente a sus intereses. O creeremos que en el almuerzo que tiene previsto Cristina en el Consejo de las Américas logrará torcer la visión norteamericana sobre la postergada América latina.
En suma, que el viaje vuelve a exhibir el doble estándar tan caro al matrimonio presidencial, con algunos gestos apropiados de disimulo para el frente interno.
La nota de color es que la visita a los Estados Unidos se cerrará en un encuentro con Bill Clinton. Néstor le debe haber advertido a Cristina que no la dejará a solas con el ex presidente norteamericano. Sería demasiado arrodillarse.