Ha habido un crimen. Pasional, pero eso lo supimos después, cuando la mujer fue capturada. Mató a su amante –un médico de 59 años- en plena calle de tres balazos terminantes. Y fugó…en bicicleta, lo que resultó efectivo porque un policía que la persiguió no alcanzó a atraparla.
Crímenes hay todos los días en Buenos Aires, por robos, secuestros o entre los mismos malhechores, lo que aquí llama el periodismo “ajuste de cuentas”, como si se tratara de contables.
Lo que hizo particular este episodio es que la despechada eligió para su crimen una cierta tradición inglesa. Se preparó. Seis meses antes compró un arma calibre .380, durante ese tiempo tomó clases, adquirió destreza y cuando consideró estar lista arremetió contra el médico, en disfraz de hombre. Pero algo delató su condición femenina ante una testigo que vio el episodio y vociferó: “fue esa mujer que escapa en la bicicleta”.
Nadie ha informado qué se hizo del tal vehículo. En cambio, se supo que en lugar de retornar a su casa se dirigió a un hotel para pasar la noche. Una buena medida en el plan si quiso eludir la posibilidad de que la policía estuviera tras su pista. Debe haber leído los diarios. Esa mañana no decían nada sobre su identidad. Se sintió confiada y volvió a su departamento, a buscar dinero para huir al interior del país. La estaban esperando.
-¿Su marido tenía algún enemigo?
-Una mujer lo acosaba.
La esposa dio todos los datos. El médico había dejado las pistas, aunque dicen que había revelado sólo una parte de la verdad. No el amorío que mantenía desde hacía tiempo.
Fue una planificación desdichada, pero se escuchó declarar a un jefe policial algo así: “debemos destacar la labor investigativa de nuestro personal en la resolución de este caso”.