domingo, septiembre 09, 2007
La Candidata
Bariloche. Argentina. La mujer en la foto, para quienes no la conocen, es Cristina Fernández. Para más datos la esposa del presidente Néstor Kirchner y –según las encuestas que ellos mismos contratan- la indudable presidenta cuando se celebren las elecciones el mes próximo, en primera vuelta, porque aquí hay ballotage.
El matrimonio es ideológicamente de izquierda –resucitaron la reivindicación de las guerrillas de los ´70 y algunos de sus integrantes (como la ministra de Defensa) ocupan cargos en el gobierno. Pero en la praxis, todos aquí lo saben, se comportan como de derecha. Por estos días están acorralados por el descubrimiento de hechos de corrupción inocultables –que hacen palidecer a los de la era de Menem- que se expresan en distintos niveles, de los que por supuesto se despegan como si pertenecieran a otro gobierno.
La señora no había salido del país, nunca, hasta que su esposo alcanzó la presidencia con el misérrimo porcentaje de 22%, gracias a los vericuetos de la política argentina. Ahora es una viajera infatigable. En el último mes más o menos sus periplos responden a cierta necesidad de presentarse en el mundo. Pero antes, sus frecuentes salidas al exterior se asociaban con el shopping, de la que se tornó una fanática inesperada. La prensa la detectó varias veces en esos menesteres. También surgió en la señora una necesidad irrefrenable de mejorar su aspecto personal. Recurrió entonces a procedimientos quirúrgicos que jamás fueron revelados, pero que dejaron sus huellas en el rostro, como el botox que en el último tiempo le tiene medio paralizada las facciones.
La señora tiene también carácter fuerte –suelen reconocer en su entorno-, pero eso es sólo un eufemismo por crispada y desequilibrada, de agresión fácil. Es el tipo de mujer con la que un hombre no quisiera discutir.
Hay que reconocer algo. No sufre de miedo escénico y enfrenta a los auditorios con solvencia e improvisa con facilidad. Claramente ha pasado por cursos de oratoria. Sus gestos escénicos la delatan.
La pareja que hoy decide en el país tiene antecedentes sombríos. Quieren renegar de Menem y de la década de los ´90 a la que atribuyen todos los males de la Argentina, pero es inocultable que estuvieron entre los más firmes adherentes al ex presidente. A menudo la TV se regodea con las imágenes donde lo calificaban poco menos que de salvador de la Argentina. También se los señala de amasar una fortuna, aprovechándose de la ejecución de deudores de préstamos hipotecarios en su estudio de abogados en la provincia de Santa Cruz, donde por mucho tiempo también gobernaron. Se les adjudica riqueza, el manejo indiscriminado de los fondos públicos y hoy supimos que poseen un flamante y lujoso hotel en El Calafate (la ciudad vecina al glaciar Perito Moreno), donde el alojamiento diario vale nada menos que 700 dólares. El hotel está contiguo y comunicado con otra lujosa construcción, la casa que la pareja presidencial se hizo construir y donde, de cuando en cuando, transcurren cómodas vacaciones.
Me cuesta recordar ex presidentes que mostraran su riqueza en ejercicio del poder. Sólo Menem, que hizo erigir una mansión en su pueblo natal de apenas unos cientos de habitantes y una pista de aterrizaje para uso propio, en la provincia de La Rioja. Fue en su momento un escándalo que marcaba la dimensión corrupta del gobierno.
Los Kirchner no exhiben el mismo estilo farandulesco de la era Menem, son en eso menos expuestos, pero manifiestan conductas equivalentes. Se adueñaron de la caja, para ellos y para sostener el esquema de poder basado en las dádivas a quienes los apoyan y el castigo a quienes se oponen.
Una agudización de estas condiciones, es la perspectiva que domina el escenario para los próximos años de la Argentina, si es que las encuestas dicen la verdad.