Hice un cálculo aproximado. Digamos veinte por día. Seiscientos al mes. Siete mil doscientos al año. Y eso sólo en esta comunidad. Y hay probablemente cientos de espacios equivalentes, donde cada quien puede construir su propia página. Lo he leído en las noticias: los blogs suman millones y siguen creciendo.
Un tsunami de ideas y vivencias. Todo junto, casi enloquecedor, una biblioteca improbable, inasible. No hay esfuerzo posible que pueda abarcarlo.
En unos pocos minutos el texto es empujado al olvido por otros incontables que buscan su lugar efímero en una página que no da treguas.
Las bibliotecas físicas tienen límites. Las públicas y las personales. Pero la “blogosfera” carece de ellos. Y cuando se aproximan, mentes dedicadas encuentran el modo de extenderlos. Tal vez por esa cualidad el vocablo se asimile al de estratosfera.
Hace poco pensé que “postear” un blog equivalía a enviar un mensaje en una botella arrojada al mar, con la esperanza de que alguien lo halle. Es necesario perfeccionar la idea. Porque el de los blogs es un universo de individuos todos tirando botellas y a la vez cada uno recogiendo las de los otros. Y desechando. Incluso las que se desearían atisbar.
Entonces no hay más remedio que elegir las botellas, restringirlas, establecer una conexión más estrecha, para que formar parte de este espacio cibernético no termine siendo una mera cuestión de vanidad personal. Como sospecho que es.
Post de http://lacomunidad.elpais.com/muy-al-sur