domingo, agosto 19, 2007

Las casas gemelas

¡Esa era la casa, la de la izquierda. Ahí estuvimos! -dijo- señalando un par de viviendas idénticas, pegadas. Tuve la intención de bajar, pero tres perros voluminosos rodeaban el auto amenazantes, así que desistí.
Apenas unos minutos antes veníamos por la Bustillo desde el Hotel Catedral hacia el centro y repentinamente ordenó…!doblá acá!.
-¿Para qué?, pregunté.
-Doblá, ahora vas a ver.

Un tiempo antes me había confesado su antigua militancia en Montoneros. Por cierto, para entonces se veía claramente que había mudado sus posiciones políticas, desengañada por las actitudes de la conducción de la organización armada, según afirmaba. La revelación había tardado en llegar. Creo que temió el rechazo.
Entre sus confesiones, relató algunas de las particularidades de la organización de las bases, los recaudos que tomaban, detalles de la instrucción militar y la desazón que le produjo la célebre expulsión de Plaza de Mayo de la “juventud maravillosa devenida imberbes”, por parte del general Perón. Había estado en la columna que se retiró por Diagonal Norte.
También contó que en su época militante circulaba armada de manera permanente y se casó con otro compañero que transitaba los mismos senderos.
Una de las misiones que le encomendaron, como parte de un grupo, fue el trasplante de una célula a Bariloche. Creo recordar que se trataba de una decena de personas que –según contaba- se instalaron en la ciudad. No sé el año exacto, pero por otras referencias probablemente haya sido 1976.
La historia quedó dormida entre nosotros hasta 1989, cuando visitamos Bariloche durante una semana por motivos turísticos. No pudo evitar reencontrarse con el sitio desde donde conspiraba.
La casa gemela –de las dos, la que orientaba al oeste- estaba en la calle Tronador en el barrio Melipal. Había permanecido allí durante ochos meses.
Por toda precisión vio el tanque de agua de fibrocemento y recordó que se congelaban las cañerías con el frío.
Estuvo pensativa un rato.
-“Yo me salvé porque estaba por dar a luz y con mi marido nos volvimos a Buenos Aires”.-
-¿Y los demás? Los mataron a todos a los pocos días.

Con los años y en distintas condiciones personales, arribé para instalarme en la ciudad. Hasta que una mañana, por curiosidad, escarbando entre los vestigios de la memoria me llegué hasta donde creía que estaban las casas gemelas. Recorrí muchísimo durante un largo rato, pero no logré encontrarlas. Supuse que habrían sido reformadas. Nada, ni por asomo, se parecía. Casi un misterio, como la suerte de aquel grupo, del que parece no haber quedado registro.
!Quién sabe! Acaso no fue más que una exageración.