sábado, agosto 04, 2007

La construcción de la noticia (*)



INTRODUCCION

La gente lee cada vez menos. Los especialistas en comunicación profetizan que en diez o quince años más habrá desaparecido la última generación de lectores. Las cifras de ventas de los diarios a duras penas logran sostenerse, o declinan. Algunos periódicos hasta se regalan para interesar al público.
Primero perdieron terreno frente a la televisión. La batalla comenzó en la pasada década de los ´80. La presión que ejerció la competencia de la imagen llevó a los diarios a una metamorfosis: textos más breves, presentación más dinámica, predominio de fotografías sobre los textos y , en la década del ´90, las páginas a color. La corriente se extendió por todo el mundo.
Después llegó Internet y el incontenible avance tecnológico. Los diarios tomaron nota de que no podían quedar al margen del progreso de las comunicaciones y se sumaron a la Red. Afrontaron un negocio dudoso que recién ahora, acaso, empieza a equilibrar las cuentas. Luego llegó la proliferación de los “blogs”, las páginas individuales y gratis de la Web. Y aunque por el momento no ejercen ninguna competencia, hay quienes auguran que en quince años serán las responsables de la mitad de las noticias. Dudoso pronóstico, teniendo en cuenta la baja calidad de esa producción, casi toda dedicada a banalidades. Pero la amenaza igual está ahí.
Hoy ya ni los propios grandes diarios parecen creer en el papel impreso. La realidad golpea con contundencia: pronto se dispondrá de un dispositivo electrónico similar a una pantalla que imitará al papel. Estará on line con los emisores de noticias y ya la bautizaron: le dicen tinta electrónica. La novedad está a la vuelta de la esquina. Algunos grandes diarios del mundo están avanzados en la implementación.
Los problemas no terminan ahí. El periodismo atraviesa una crisis de credibilidad. Es cuestionado desde todos los ángulos: el poder, los expertos en comunicación, los lectores y hasta por los propios periodistas. Se lo acusa de exagerado, sensacionalista, escandaloso, de distorsionar los hechos, de degradar del lenguaje, de bajo o ningún compromiso social, entre otras delicias.
¿Es todo?. No. El periodismo está arrinconado también por una crisis de identidad. Si bien algunas acusaciones pueden ser ciertas, no alcanzan a todo el periodismo por igual y más bien caracterizan a cierta franja que opera de manera estentórea en el circuito televisivo, o radial, donde la ética profesional parece definitivamente abatida.
La realidad es que, con defectos, los diarios siguen siendo la columna vertebral de la información seria y responsable y de mayor influencia en la opinión pública. La prueba palpable es que cuando arrecian los ataques a la prensa, el objetivo siempre son los diarios, porque hoy por hoy siguen siendo la caja de resonancia del resto de los medios.
El poder ha sometido –y lo hace- a veces a los medios, convirtiéndolos en instrumentos de sus objetivos. Pero no es así en todos los casos y hay quienes de manera alentadora siguen resistiendo las presiones e imaginando salidas. En los reductos más lúcidos del periodismo gráfico impera hoy una consigna: más capacitación, más investigación y más controles editoriales. Redondeando, mejor calidad informativa y más transparencia. Algunos llaman a esto un retorno a la ortodoxia, lo que traducido puede significar mayor énfasis en los valores tradicionales del periodismo: rigor y ética.

En ese contexto es donde se inscribe este trabajo -que supone la supervivencia de la profesión contra toda adversidad-, y que pretende llegar a dos destinatarios: el estudiante de periodismo y el lector de diarios.
Un manual del periodismo claramente no representa una novedad. Lo que sí tal vez lo sea es el enfoque -eminentemente práctico-, y la conjugación de todos los elementos esenciales de la labor, tal cual se presenta en la realidad. Por esa razón aborda apenas tangencialmente los aspectos teóricos referidos a la comunicación. Hay ya magníficos textos sobre esas cuestiones, de gente que raramente ha pisado una Redacción.
En cuanto al lector común, estoy esperanzado en que una lectura atenta de este libro le proporcionará la oportunidad de compenetrarse con la mecánica en el tratamiento de la información y los límites entre los que debe operar el periodista. Esa mayor comprensión lo escudará de las manipulaciones intencionadas o complacientes, porque tendrá a su alcance buena parte del pañol de herramientas que emplean los periodistas.
Conocer cómo se construye la información pone al desnudo su trasfondo. Las subjetividades, la intencionalidad, quedan al descubierto. Es una manera de acercarse a una suerte de verdad objetiva, aunque ésta nunca haya existido.
No está de más aclarar que este libro se refiere básicamente al periodismo gráfico. El periodismo de radio y televisión tiene en buena medida connotaciones diferentes y aunque se verifica -como ha explicado Pierre Bourdieu- una rotación circular de la información entre los distintos tipos de medios, hay motivos para sospechar que la gráfica les proporciona un sustento considerable.
Con el propósito de dotar al trabajo de alguna amenidad, las explicaciones prácticas están a menudo matizadas con referencias a la historia del periodismo, al ejercicio real de la profesión y con numerosos ejemplos comentados.
Hay que formular ya mismo una aclaración ineludible. No se va a encontrar en este trabajo recomendación alguna sobre técnicas de sintaxis.
Creo firmemente que “enseñar a escribir” es una tarea inabordable en el trámite de la lectura de un libro. Pueden sí ser aprendidas y aplicadas, técnicas del estilo periodístico, pero para ello es necesario, previamente, tener experiencia en redacción de textos, cualquiera sea su forma. Puesto de una manera muy simple: el que sabe redactar correctamente puede hacerlo también periodísticamente, tras un período de práctica.
Una buena parte, sino la mayoría de los aspirantes jóvenes, no sólo arrastra una insuficiente gimnasia de lectura, sino que desconoce los mecanismos elementales de la sintaxis, el uso de la puntuación, la construcción de oraciones, el empleo de los tiempos verbales, el significado de las palabras, etc. Ese déficit de los alumnos suele corresponderse con dificultades para la correcta expresión oral, que revela carencias previas en el aprendizaje primario y secundario, cualquiera fuera la razón que las justifique.
En esas condiciones, el estilo periodístico plantea dificultades adicionales al aspirante a periodista y lo torna casi inabordable. Aquel desconocimiento es el que impide desarrollar hasta un trabajo periodístico de carácter elemental y suele ser la causa del abandono prematuro de los estudios.
Hecha la aclaración valga indicar que los primeros capítulos vienen a ser como una suerte de explicativo del empleo de las herramientas periodísticas, desde el origen de la información hasta su estructuración en artículos legibles y la presentación con los elementos editoriales, tal como luego son publicados.
El fenómeno de la llamada “construcción de la noticia” se aborda desde distintos ángulos, para luego pasar a una revisión de los diversos géneros periodísticos y el estudio de las fuentes de información. En el capítulo 11 se realiza un detalle de la mecánica de trabajo de una Redacción, marcando la forma en que las rutinas operativas condicionan el formato de las noticias.
El cierre, por fin, expone una visión sobre la situación actual del periodismo y los desafíos que se plantean a la luz, entre otras cuestiones, de los avances tecnológicos, como se expresó aquí al principio.
Por último debo aclarar –como alega Umberto Eco en la Introducción de Kant y el Ornitorrinco- que las referencias bibliográficas al final de este libro no son una bibliografía, sino un gesto de astucia para que no se me impute haberme apropiado de conocimientos y dichos ajenos. El contenido de este libro se nutre en gran medida de la observación, la práctica, el estudio personal en el campo del periodismo y de aportes conceptuales que no siempre estuve en condiciones de rastrear. Faltarán entonces autores de los que he tomado alguna idea, o los nombres de colegas que han esclarecido mi juicio en algún momento.

S.C. de Bariloche, Mayo de 2006



(*) Introducción. Cómo se construyen las noticias - Editorial La Crujía 2007