sábado, agosto 04, 2007

Belleza, maldad, estupidez y conspiración

ENTREVISTA: Marcelo Birmajer, escritor

Belleza, maldad, estupidez y conspiración


Marcelo Birmajer vino a Bariloche a presentar su último libro “Historia de una mujer” en el marco del ciclo “Invierno Planeta en el Llao Llao”, organizado por el Grupo Editorial Planeta. Con El Ciudadano, la charla trascendió desde la novela hacia las aristas personales de uno de los escritores más prolíficos que tiene la Argentina.


-La historia gira en torno a un encuentro de alumnos. ¿Por qué elegiste ese tema como trasfondo?-Me parece que la adolescencia y la infancia tienen un peso en la personalidad mucho mayor a la del resto de la vida. Las decisiones de la adultez son radicalmente mucho más importantes. Los recuerdos de la infancia y de la adolescencia, a través de los cuales se mira luego el mundo, son los que forjan la personalidad.
-Algo así como que el primer amor marca la atracción hacia un tipo determinado de mujeres…
-Definitivamente. Y creo que cuando uno es niño y se enamora de una mujer mayor, tiene la ilusión de que lo va a esperar mientras uno crece. Uno no alcanza a aceptar que esa mujer va a envejecer. Uno sospecha que el marido de esa mujer va a morir de viejo y que ella va a permanecer igual hasta que uno sea un adulto. Y esta es la fantasía que da origen a Isabel. La ilusión de que la mujer permanezca siempre igual.
-¿Cómo es Isabel antes de los 40, que es cuando ingresa en la novela?
-Creo que no es tan hermosa como cuando cumple 40. No lo puedo afirmar porque no la conocí antes…
-Vos aparecés en dos o tres páginas cerca del final, el periodista con el que toma un café… ¿Cuál es la explicación de esa presencia?
-Bueno ahí quise –sin compararme en cuanto a calidad- como Hitchcok lo hacía en sus películas , hacer una breve aparición. ¡Hola, que tal, aquí estoy! Un saludo a la cámara.
-Hay otros planos en la narración.
-Lo que ocurre con la narración es que Isabel está todo el tiempo siendo mirada por el narrador. Por momentos puedo permitir la confusión de que parezca que es ella la que está narrando, pero en realidad la novela está contada por un narrador omnisciente, que lo ve todo. Es como que habla con el lector, sale de la novela y tiene un diálogo cómplice con el lector. Eso lo manejé con cierta libertad y creo que no altera la estructura básica de la novela.
-Cómo fue el proceso de creación de esta novela?
-Esta novela la escribí realmente embriagado, metido dentro de la trama, con una velocidad, una intensidad, sin parar…
-También la lectura tiene cierto vértigo.
-Eso espero.
-Hay un episodio donde Isabel observa la sala de trabajo en un call center que resulta impactante, opresivo.-
Es cierto, son así. Además es irritante hablar con la gente que llama desde esos lugares. Al mismo tiempo siempre me interesó la posibilidad de burlarme de la persona que me llama. En las cargadas telefónicas hay un tonto que llama a un inocente. Acá es un tonto culpable. Vos no lo llamás, como dice Ismael Ferro en la novela. Vos fijáte cómo un autor es un Frankestein, porque evidentemente yo no me identifico con Ferro, pero en mi vida real tomo con esa gente la misma actitud. Es decirle: yo no te llamé, no me metí con vos. Entonces le pido el DNI, el teléfono personal…Bueno no me quiero transformar en un defensor de la intimidad personal, pero sí me parece que es algo totalmente reñido con la libertad, la civilidad, que alguien tenga tu número tus datos y te llame para ofrecerte cualquier cosa.
-Hay entonces en la novela hechos asociados a nuestra vida cotidiana.
-Sí. Tocados de tal manera que siempre llega al absurdo, a la exageración, al melodrama. Pero tiene contacto con aspectos de la realidad de un modo más frecuente que en el resto de mis libros.
-En la contratapa se alude a una metáfora de la Argentina.
-Mirá, mi editor se iba a Colombia, entonces me pidió una solapa para presentar el libro. Entonces escribí una solapa muy amplia para impactar a un público que no está en el país. Si la hubiera escrito pensando que esa iba a ser la contratapa creo que la hubiera matizado un poco más. Ahora, ¿por qué no la cambié después? No me dieron ganas. De todos modos tiene alguna relación, porque Turaci puede tener un correlato con los militares, Ernesto Harro con De la Rúa y Bordenave con Menem. Suena, suena.
-La descripción de la belleza de Isabel ¿encuadra también en la exageración?
-Isabel es una mujer soñada. El relator omnisciente es mordaz, se ríe de todo, incluida la belleza de Isabel, llega un momento en que resulta ridícula. No es necesariamente real.
-El personaje de Bordenave es algo siniestro.
-Es también un pillo. El mal está representado por Turaci. Pero Bordenave es siniestro, ominoso. Un conspirador, y la conspiración en sí misma es su placer, más que los resultados que le pueda dar. A Isabel la quiere manipular, pero en ningún caso se da cuenta qué quiere con ella.
-En todo caso podría acaso ser una deuda de la adolescencia.
-Pero tampoco es eso, porque no le alcanza con tenerla sexualmente.
-Por algunas cosas tuyas que leí intuyo que no te gustan los gentíos.
-Para nada. No me gusta la acumulación de gente, el bullicio; no comparto esa alegría. Yo siempre necesito un metro de distancia entre la otra persona y yo, a no ser que haya una relación amorosa.
-¿Cómo te relacionás entonces, por ejemplo, con los piquetes?
-Los desprecio. Porque me parece que las personas que interrumpen la vía pública desprecian la libertad del otro. Son los peores opresores.

Raúl Clauso




Lectura y humor

-¿Harry Potter?
-No lo he leído, pero me parece muy auspicioso que el medio de comunicación libro tenga millones de adeptos, lo cual nos habla de que no es lo que está fallando, sino que tenemos que contar una buena historia. No sé si Harry Potter lo sea, pero de lo que estoy convencido es que no es el libro el problema, ni es la televisión lo que nos está quitando lectores. Ni los Simpson tienen la resonancia de Harry Potter… y es un libro
-¿Seinfeld?
-Seinfeld es el nuevo horizonte del humor contemporáneo. Es el que más lejos llegó en el oficio de hacer reír, lo que en su momento fue Chaplin, los hermanos Marx o Buster Keaton. Los hermanos Marx fueron la transición entre el humor mudo y el humor hablado. Y Seinfeld es el triunfo del humor hablado, pero a la altura de Chaplin.
-¿Fontanarrosa?
-Es nuestro genio nativo. Está a la altura de Seinfeld. Y creo que es nuestro horizonte humorístico como argentinos; será por eso que, tal vez por tenerlo a él, nos cueste más prestarle atención a otros genios.

La entrevista fue publicada en diario El Ciudadano de Bariloche, el 31-7-2007